cap.7.2

- Cariño, ven conmigo -le pidió con voz suave y dulce-. - No me tengas miedo -concluyó, pero Alessa ocultó el rostro.

- Señorita Alessa -escuchó una voz a lo lejos que la llamaba varias veces hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para darse cuenta de que era Iolanda y finalmente abrió los ojos. - Por fin estás despierta -dijo aliviada-. - ¿Has tenido una pesadilla? - preguntó desconfiada, mirando a su alrededor.

- Sí... Quiero decir, no exactamente, sólo comí demasiado y terminé sintiéndome mal.

- Está bien, has dormido una hora.

- Caray... ¿tanto ha durado? - preguntó sorprendida.

- "Sí, he ordenado todos los artículos que necesitas", dijo, señalando el cubo con ruedas, una escoba, una pala y una azada. Alessa se preguntó cómo era posible que este lugar necesitara todo eso, pero recogió todas las cosas y se marchó, arrastrando el cubo junto con Iolanda.

En cuanto llegaron al jardín, la niña se sorprendió: allí no había plantas vivas, había arbustos secos, restos de pla
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