Tang Ruochu regresó a casa, y después de intercambiar algunas palabras casuales con la Tía Wu, corrió escaleras arriba.

Se detuvo al pasar por el estudio, abrió la puerta suavemente y asomó la cabeza. Encontró a Shijin sentado en el escritorio del estudio. Una luz naranja brillaba en su cabello negro, que lo hacía destellar levemente. Sus rasgos parecían aún más atractivos y profundos bajo la luz.

Ella no pudo evitar estar hipnotizada.

Lu Shijin notó que alguien lo estaba mirando. Los ojos ardientes eran tan feroces que nadie podía mirarlos.

Abriendo ligeramente los párpados, apareció en su vista un pequeño y encantador rostro. Sus delgados labios comenzaron a curvarse lentamente hacia arriba.

Dejando el libro en sus manos, él levantó la cabeza, y la miró con calma y sin prisas. La llamó suavemente: "Chuchu".

Cuando Tang Ruochu escuchó su voz, se recuperó. Mientras miraba los atentos ojos de él, inmediatamente se dio cuenta de lo que había estado haciendo.

Ella había sido hechiz