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Ivana acababa de ponerse el vestido negro cuando su teléfono la alertó de un nuevo mensaje. Era una foto tomada por el amigo de su padre mientras pescaba. Una sonrisa partió sus labios mientras se veía feliz. Esta separación temporal pareció abrir las puertas de la curación tanto para ella como para él. Ivana colgó el teléfono y estiró la pierna para comprobar que las medias que llevaba puestas seguían intactas. De hecho, Elga le había dejado una amplia selección de ropa interior, una de las cuales le había llamado la atención de inmediato. Sergei no sabía qué había elegido, lo que hizo que esta velada fuera aún más deliciosa e intensa que todas las demás que había pasado con ella hasta el momento. Solo un inconveniente iba a contaminar esta noche. La horda de sumisos que alguna vez se cruzaron en el camino de Sergei.

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