Gabriel suelta un suspiro de ansiedad al contemplar lo que ha preparado para Ana, observa la mesa redonda cubierta de un mantel blanco con detalles en dorado dispuesta debajo de un sauce, las ramas del árbol luces los frascos que se han atado a ellas en cuyo interior las velas arden alejando la oscuridad de ese pequeño lugar dispuesto para el amor. Se acerca una vez más para acomodar las dos sillas tiffany blancas, y contempla otra vez el candelero de cuatro brazos cuyo cristal se tiñe de un color amarillento al reflejar la luz de las velas. Con los nervios provocando una presión en el pecho intenta descifrar si a Ana le gustará, ¿O acaso pensará que es demasiado? Por enésima vez se sacude las amigas de su saco azul, ha decidido que esa noche todo debía ser perfecto, incluso su manera de vestir, en esa velada concretará lo que ha estado considerando desde hace días, le pedirá a Ana que sea su novia. Sin duda, esa mujer no merece menos para tal ocasión.
—¿Quién diría—Luego de dos semanas de haber vividos las horas más negras de la ciudad la el personal policial ha dado el aviso de que se ha arrestado al asesino apodado El justiciero, cuya identidad es Raúl Pérez, quien se desempeñaba como agente de Asuntos internos de la policía. Puesto que utilizó para llevar a cabo los homicidios que aterrorizaron a la ciudad, el arresto fue llevado a cabo por el Detective Martínez quien encabezaba la investigación, hemos tratado de tener algún comentario de él, pero se niega a hablar hasta que el detenido haya sido trasladado a la Unidad penitenciaria de Sierra Chica, el cual hemos podido averiguar se realizará a las diez de la mañana —informa la panelista del canal de noticias luciendo un pulcro pelo planchado.—Bien, han caído como esperaba —murmura Gabriel mirando su reloj que marca las ocho de la mañana, sentado en su escritorio mirando el programa a través de su teléfono sonríe satisfecho de que se haya dado la información errónea para evitar
—El detenido deberá pasar por el proceso de ingreso, llevará algo de tiempo, así que le pido que me acompañe a la oficina del Director —anuncia el Oficial a Gabriel que levanta una ceja extrañado.—La verdad es que preferiría estar con el detenido hasta verlo en su celda —replica el Detective esbozando una sonrisa que espera se vea cordial.—Me temo que no es una opción, acompáñame —sentencia el Oficial comenzando a caminar sin siquiera voltear para ver si el Detective lo sigue.—Realmente no entiendo la razón por la que él Directo querría hablar conmigo —reclama Gabriel procurando ocultar su molestia.—Quién sabe, no es del tipo que da explicaciones cuando pide algo. Y en cuanto al detenido no tiene de qué preocuparse, una vez que ha entrado aquí no hay forma de que salga, al menos que sea liberado o que vaya dentro de una bolsa para cadáveres —anuncia el Oficial soltando una risa divertida a pesar de que su acompañante no le encuentra gracia
—¡Tengo que ir a esa celda ahora mismo! —exige Gabriel levantándose con prisa del sillón.—Sí, yo mismo lo acompañaré. No sé cómo pudo haber pasado algo semejante, no hay manera de que suceda —determina el Director saliendo de la oficina y conduciéndolo a la planta baja de nuevo.—¿Puede ser responsabilidad del compañero de celda? —indaga Gabriel caminando lo más rápido que puede, necesitar ver y determinar en persona lo que sucedió.—No, no es posible. Di la orden de que estuviera solo, y en uno de los pabellones de mayor seguridad, preferí tomar todas las precauciones posibles —informa el Director con la voz agitada por el caminata rápida a la que no está acostumbrado—. ¡Ábranme! —ordena unos guardias al llegar a la parte de las celdas.Gabriel atraviesa el largo pasillo que divide a las celdas en las que los presidiarios gritan pidiendo explicaciones o exigiendo que les abran los dejen salir antes de morir calcinados, entre los rostros que
Gabriel se toma un par de aspirinas que traga con la ayuda de un sorbo de agua, sentando en el auto frente a la casa de su padre, intenta hallar las fuerzas que necesita para entrar en la casa. Aunque sabe que debe estar con él después de haber visto el video de Pérez en el que le anunciaban que su esposa había sido asesinada, pues él una vez también recibió esa noticia y sintió que su corazón se partía en mil pedazos, que todo a su alrededor se derrumbaba, incluso que el aire le faltaba. Por eso luego de reportar el escape del Justiciero condujo hasta allí, no le importa si la comisaría está en caos por la noticia, si las autoridades están pidiendo que ruede su cabeza, o si incluso la ciudad está ardiendo en llamas, en ese momento solo puede pensar en su progenitor en lo mucho que lo debe necesitar.—¿Papá? ¿Estás? —pregunta Gabriel entrando a la casa que extrañamente esta con todas las cortinas cerradas, el olor a alcohol en el aire se le cuela en la nariz obligándolo a
—¡Gracias a Dios te dignas a aparecer! —exclama Ana al ver entrar a Gabriel en la Comisaria.—Sí, aquí estoy —murmura el Detective sin mucho entusiasmo caminando hacia su oficina.—En realidad a donde deberías ir es a otro lado —anuncia la mujer cortándole el paso frunciendo el ceño.—¿Sí? ¿A dónde se supone que debo ir? —pregunta el Detective con cara de pocos amigos.—Te están esperando en la oficina del Comisario —anuncia Ana con indiferencia demostrando que no de va a dejar intimidar.—¿A quién se supone que debo soportar allí? —se queja Gabriel tratando de pensar en una excusa para lograr escapar de allí.—El Intendente y su asesor, ya que no podían ubicarte decidieron instalarse en esa oficina hasta que aparecieras, de hecho están tan interesados en verte que me sorprende que no hayan enviado una patrulla a buscarte —comenta la mujer torciendo la boca en señal de molestia.—Y yo que creía que mi día no podía
—¿Quieres que me esconda hasta que atrapes a este maldito loco? —reclama el Intendente con disgusto cruzando los brazos sobre su pecho con molestia mirando la radiante mañana.—Tenemos razones para creer que usted será la próxima víctima de Raúl Pérez, y será más fácil protegerlo si mantiene quieto en un lugar, sin exponerse —comenta Gabriel sin ánimo de tener que soportar los caprichos de ese tipo.—Pedimos al Detective Martínez que se hiciera cargo de la situación, y lo está haciendo, así que deberíamos cooperar. Diremos que estás enfermo, en aislamiento, yo puedo ocuparme de los asuntos de la Municipalidad, tú puedes quedarte aquí —anuncia el asesor con voz paciente como si estuviese tratando de convencer a un niño.—De hecho, sería preferible un lugar más pequeño. Esta casa quinta tiene al menos trescientos metros cuadrados, demasiadas posibles pasadas por las que alguien podría infiltrarse —advierte el Detective intentando no pensar en cuanto
—¿Las conseguiste? ¿Pudiste hacerte con las grabaciones de la Municipalidad? —consulta Gabriel abriendo la puerta del acompañante del auto de Ana quien va a llevarla al cementerio donde enterrarán a Abraham.—Pos supuesto que sí, ¿Con quién crees que estás hablando? —responde la mujer con una sonrisa señalando su computadora portátil en el asiento del acompañante.—¡Eres increíble! ¿Lo sabías? —exclama el Detective dándole un beso en la boca y poniendo la computadora sobre sus piernas para comenzar a ver las grabaciones.—Por desgracia la única cámara funcional era la de la entrada, las demás se suponían que estaban en buen estado, pero algo, seguramente el asesino, las dejó transmitiendo solo una pantalla negra —anuncia Ana poniendo en marcha su vehículo para no llegar tarde a su destino.—Pero se ve la escalera, esa era la única manera de llegar a la planta alta donde estaba Abraham, el asesino debió pasar por allí. Solo tengo que pres
—Esta casa se ve igual a como la recuerdo —comenta Héctor desde el asiento trasero del automóvil de Ana que se ha estacionado frente a la casa de los Martínez.—Papá siempre fue un aficionado a lo clásico, y eso ha incluido su casa —comenta Gabriel bajando del auto.—¿Me necesitas? —consulta la mujer con mirada inquisidora.—No, necesito que consigas un buen grupo de policías, que se vistan de civil y vigilen la casa mientras Héctor esté aquí, que averigüen en que hotel hizo reserva cien y vayan preparándose para mantenerlo vigilado durante toda la noche. No tenemos idea de cuando atacará el asesino, deben ser lo más discreto posible —ordena el Detective en voz lo suficientemente baja para que su invitado que ya se encuentra frente a la puerta no lo escuche.—Esta bien, repasará también todo lo que sabemos hasta ahora. El nombre del asesino tiene que estar ligado a esos dos crímenes del pasado, esa es el origen de todo esto, ten cuidado, por f