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2. Capítulo 42 [Capítulo resubido]

PUNTO DE VISTA [Narrador]

La señora Patricia ha sentido pasar los días después de la visita de la hermana menor de Jacob, miy triste.

La verdad y realidad de Jacob le ha dejado un hueco de culpa en ella. Se ha sentido con mucha culpabilidad por saber que no pudo serle de ayuda a su esposo.

Daniela amo de manera incomparable a Jacob. Tanto amor que ninguno de los dos pudo controlarlo.

La señora Daniela ha recordado como se conocieron, como se enamoraron y todos los huecos que hubo. La veces que Jacob prefería estar solo, que parecía estar ido.

La familia de Jacob fue la culpable de crear todos los problemas en él.

— ¿Señora Daniela, cómo se siente el día de hoy?

— Creo que bien —responde ella. El doctor encargado de anotar los avances de ella, para nada le ha gustado la forma

— ¿No está segura de su respuesta?

— Si. Tengo muchas cosas en mente, recibí una visita de una conocida. Ella me abrió los ojos, me hizo ver cosas que no había visto. Era familiar de mi esposo, creo que el sufrió demasiado en nuestro matrimonio y no pude ayudarle.

— Programaré una cita con Adeline. Necesitas hablarlo con un profesional. Necesito que te desahogues y te quites ese sentimiento negativo. ¿Hay un familiar que desees ver? ¿Alguien que te haga sentir mejor?

— Mi hija. Pero ella está muy ocupada con su trabajo, me dijo que vendría pero no lo hizo. He programado una cita con Jacob.

— ¿Su hijo?

— No, es el amor de mi vida. Creo que me sentiré mejor a su lado. Jacob ha pasado tiempo lejos y creo que ahora es una excelente persona. Deseo verlo.

— Es bueno tener personas así, de esa forma podemos animarnos a mejorar.

— ¿Saldrás? —pregunta Adriano.

— Si, tengo que ver a mi mamá, la he dejado muchos días, ahora tengo que volver.

Paula se da la vuelta justo en el momento que Adriano se coloca una toalla alrededor de su cintura. Las noches apasionantes que este par solía darse, han vuelto. La conexión que ambos tienen, parece ser mas clara ahora que nunca.

— Está bien. ¿Quieres que te lleve?

— Puedo sola. ¿No vas a trabajar hoy? Has tomado mucho tiempo de descanso.

— Si, hoy iré a trabajar —de repente el mal humor de Adriano, que pocas veces se ve, se deja ver a esta hora del día.

Paula le mira sin entender demasiado.

— ¿Pasa algo? ¿Por qué pareces molesto?

Paula toma el brazo de Adriano, Adriano levanta la vista para mirar directo. Ha algo a Adriano que le preocupa mucho, pero no quiere decirle a Pula y quedar como un total controlador.

— Estoy bien, solo que han pasado días bastante hostiles. ¿No lo crees?

— ¿a qué te refieres?

— No, perdón Paula —Adriano se lleva la mano a la cabeza — Lo de mi madre y lo que te pasó a ti, me tiene preocupado todo el tiempo. Pero estoy bien, no debí reaccionar de esa forma.

— No te preocupes —Pala le da un beso casto en los labios a Adriano — Puedo entenderte. Es como si alguien me dijera que mi madre no es mi madre, es algo súper impactante.

— Claro.

Adriano sigue caminando para cortar la platica. Lo único que puede pensar es en lo peligroso que es el trabajo de Paula. Ni siquiera ha podido preguntarle que fue lo que le hicieron. Le preocupa demasiado que Paula siga ese camino.

Paula se da un baño, en los próximos días tendrá que regresar a casa, por lo tanto debe aprovechar para visitar a su mamá. Cuando Paula sale del baño con una toalla en el cuerpo y otra más pequeña en la cabeza, se siente mal.

La visión se le nubla por completo, casi se cae al suelo, pero se logra sostener de una mesita, el ruido que ha hecho hace que Adriano se acerque.

— Paula… ¿Estás bien?

— Estoy mareada, veo borroso todo… – responde Paula apenas pudiendo hablar. De un momento a otro le empieza a doler la cabeza.

— Quédate acostada en cama, veré los medicamentos que te han recetado.

Paula se siente mal, como si el baño le hubiese caído muy mal en ese momento. Adriano corre hasta donde Paula deja sus medicamentos, mira las cajas de todos y entonces corre por un botiquín que el tiene.

La mente de Adriano no deja de pensar en qué puede ser, su corazón late rápido por la preocupación que tiene de Paula. Al no saber que le sufrió, tampoco sabe que es lo que realmente necesita. Su cuerpo le está pidiendo un descanso ante tanto medicamento.

— Bebe agua, te hará sentir mejor. ¿Te ayudo a levantarte?

— Estoy bien —dice Paula tomando el vaso— Gracias.

— Creo que estás tomado muchos medicamentos al mismo tiempo, debemos dividirlos con al menos dos horas entre cada uno, si es que sigues necesitando de todos.

— El doctor me dijo que si.

— ¿Qué es lo que sientes ahora? Pensé que te sentías bien. ¿No es así?

— No lo sé, estaba bien solo que… cuando he salido del baño, me atacó una especie de debilidad, sentí que iba a caerme, después este dolor de cabeza. ¿Es algo malo?

— No lo sé, puede que tu presión se haya disparado con el cambio de temperatura. Supongo que haremos unos exámenes de sangre para eliminar que algo externo te esté haciendo daño. ¿Te sientes mejor?

— Si, está pasando.

Adriano no puede evitar no sentirse preocupado por Paula. Ahora mismo es en lo único que piensa día y noche.

— ¿Hace unas semanas te hicieron exámenes también? Recuerdo que si.

— Si

— ¿Te dieron resultados?

— No, no me dijeron nada, pensé que porque todo había salido bien.

— Iré a preguntar y haremos análisis de nuevo, siempre has estado bien, no está bien esto.

Paula mira a su madre, la cual está sentada mirando un gran árbol. Ella se acerca sin hacer ruido, puesto que ve a su madre sonreír, de esa forma no la interrumpirá.

— A veces siento que si me hubiera esforzado en ser una mejor esposa, todo hubiese salido diferente, Jacob…

Paula se detiene cuando escucha a su Mamá hablar. Los sentimientos que tiene Paula ahora, son contradictorios.

— Buenos días, Mamá —saluda Paula con una sonrisa de oreja a oreja.

— Hija, te he extrañado —la señora Daniela se levanta y le da un abrazo a su hija— ¿A qué no adivinas que ha pasado?

— ¿Qué ha pasado, mamá?

— He soñado con tu padre, creí que me quiere dar un mensaje. Ha sido extraño pero he sentido que está conmigo todas las noches, no me siento sola hoy en día, Patricia viene todos los días, me siento con vida.

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