UNA CUESTIÓN DE CONFIANZA I

UNA CUESTIÓN DE CONFIANZA.

- Es su palabra contra la suya, Alteza – aclaró otro miembro de la Corte – Entonces escucharemos ambas versiones ya que lo poco que tenemos son las breves imágenes y algunas fotografías tomadas por la propia cámara del señor Durand, donde queda muy claro. que Su Alteza conducía el automóvil en el momento del accidente.

- Aún no he terminado – aclaró Donatello.

- ¿No? – No pude contener mi tono burlón, curioso por saber cuál sería su próxima mentira.

- ¡No! – continuó – Después de ser arrojado por el auto que conducía la princesa, le rogué ayuda – lloró, pareciendo recordar la escena que ni siquiera había sucedido, tratando de mover a todos los presentes – Y ella lo único que hizo fue correr lejos, dejándome allí, al borde de la muerte, que fue como me sentí después de lo sucedido.

- ¿Cómo puedes mentir así, Donatello? – Mi voz sonó débil, estaba tan atónita.

- ¡Sabe que no es mentira, alteza!

- ¿Por qué nos cuenta esto ahora, señor Durand? Parece que todavía
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