- ¿Y después?- Luego llevaré a mi hija menor al altar. - Él sonrió.Catriel tomó mi mano, apretándola entre las suyas, su dedo hizo girar el anillo de compromiso que llevaba en mi dedo anular.Lo miré y sentí que mi corazón se aceleraba. Sólo pensar en nuestra boda me ponía ansiosa. ¡Y todavía teníamos tantos problemas que resolver!- ¿Y después? - Insistí.- Satini y yo viajaremos. No tendremos residencia fija.- Quiero tener sexo en varios países diferentes. Tal vez batir un récord… – Dijo mi madre, caminando hacia nosotros con una amplia sonrisa en su rostro, sin mostrar ningún tipo de vergüenza o pudor por lo que decía.- ¡Saténi! – Mi padre estaba un poco avergonzado.- ¿Crees que no saben que tenemos sexo, Estevan? – Arqueó una ceja, sus párpados oscuros enmarcaron su rostro con una expresión divertida y provocativa.- En fin… – cambió de tema – Viajaremos. Y de vez en cuando vendremos a visitarlos, alternando entre Alexia y los niños y Pauline y las niñas.- Porque Cat y yo no
ESTuve allí esa noche- ¿Qué? – Catriel alzó una ceja, curiosa.- Quise decir que es hora de recuperar su reino, señor príncipe disgustado. ¿Mencioné que ya peleé mi batalla principal y ahora lo único que quiero es ser reina consorte de un país donde hay sol todo el año?Catriel me miró un rato, pareciendo intentar asimilar todo lo que había dicho. Luego me abrazó con fuerza, tomando mis labios con ternura.Sentí su lengua invadiendo mi boca y fue como si el mundo entero desapareciera y solo estuviéramos nosotros dos. Estaba tan necesitada y necesitaba su toque que incluso sostuve sus mejillas entre mis manos, temiendo que pudiera escapar.Nuestro beso sólo terminó cuando el aire puro, fresco del País del Mar, con olor a mar, se nos hizo escaso.Tan pronto como nuestros labios se separaron, mis padres ya no estaban allí. Pasé mi lengua por mis labios, saboreándolo, como si quisiera probar aún más de lo que ese hombre me había dado.- ¡Te amo, Aimé! – Declaró, todavía sosteniendo mi ci
Tenía tanta confianza en nosotros, a quienes apenas conocía, que casi no lo podía creer.Fui a la habitación y abrí la ventana, que no tenía vidrio, mirando al mar azul verdoso frente a mí, el aire puro y fresco entraba al dormitorio sin restricciones. Cerré los ojos y respiré el olor del aire del mar, que tanto me gustaba. Al lado de la ventana encontré una puerta y la abrí, saliendo al estrecho balcón que contenía una escalera hacia la playa.Sentí unos brazos cálidos envolviéndome y toqué las manos con dedos largos y precisos. Eché mi cabeza hacia atrás, encontrando su pecho, mientras sonreía ante el paisaje que se me ofrecía gratis y el hombre que tanto amaba presente para compartir ese momento conmigo:- Ahora entiendo a Nick y Juliet. - Suspiré.- ¡Y entiendo a Sasha! - Él se rió.-¿Sasha? – Me volví hacia él – ¿Qué quieres decir, Sasha?- Es imposible follar a la mujer que amas de una forma sencilla, sin querer prácticamente entrar en ella por completo...- Y... ¿No entras del
CALIENTE- Nunca tuve una cita real con Henry. – mencionó Pauline mientras mi madre le trenzaba el cabello.- ¿Qué quieres decir con que nunca has tenido una cita real? – pregunté mientras los observaba acostados en la cama matrimonial que pertenecía a un hombre y una mujer que no conocía, pero desde donde podía ver el atardecer más hermoso del mundo.- Todo pasó muy rápido entre nosotros. – Confesó.- Porque querías escaparte de la corona muy rápidamente. – Mi madre se rió.- Pero me gustaba... No sé dónde nos perdimos.- Es muy fácil perder la pasión, querida. Pero el amor... Ah, éste no está perdido.- No sé cómo pude imaginar que Henry ya no me agradaba.- No es que no me agradara Henry. Creo que lo que no te gustó fue la vida que llevaban.- Quizás ... Pero amo a mis hijas... Y nuestro espacio en Noriah South.- Pero no me gustó la forma en que Dereck y Kim intervinieron en sus vidas. Creo que necesitas decirles eso. - Sugerí.Ella suspiró:- No sé qué faltaba … Pero faltaba algo
- ¡Estoy tan confundida, Aime! – Se pasó las manos por la cara, luciendo exhausto.- ¿Quieres hablar acerca de ello?Catriel dio un paso y se paró a mi lado. Toqué su pecho lentamente, notando el sudor. Fue entonces cuando envolvió sus brazos alrededor de mi cintura, chocando violentamente nuestros cuerpos. Sonreí, encontrando su boca en medio del caos que estaba viviendo. Y supe exactamente cómo era, tal como lo había pasado días antes.Me levantó, sin soltar mi boca, completamente concentrado en nuestro beso, llevándome hacia la cama. Colocó su cuerpo sobre el mío, pasando sus manos por mis piernas de manera libidinosa.Lo sentí respirar con dificultad y me coloqué debajo de su cuerpo, abriendo mis piernas para cubrirlo. Por supuesto, sabíamos que el mundo se derrumbaba sobre nuestras cabezas, pero el anhelo que sentíamos era mayor que cualquier otra cosa.- Esta cama es pequeña... Y extraña. – se rió Catriel, hablando entre mis labios mientras se movía, haciendo crujir los muebles.
CÓMO FUE ENVENENADO EL REYCuando llegamos a la Comisaría el ambiente ya no me parecía extraño. Al contrario, incluso le resultaba familiar. Nunca se me pasó por la cabeza acudir a una Comisaría tantas veces como últimamente.Tan pronto como nos sentamos frente al Delegado, separados por su gran mesa llena de papeles esparcidos y desorganizados, Catriel inmediatamente preguntó:- ¿Cómo fue envenenado mi padre?- Con cianuro.- ¿Cianuro? – ríe asombrada – Eso ya lo sabemos, diputado. Ahora cuéntanos algo nuevo, por favor.- Si tiene paciencia y me deja terminar, lo haré con mucho gusto, Alteza – me miró sarcásticamente. - Para ser más exactos – miró a Catriel – Había rastros de veneno, aunque mínimos, en la caja fuerte que existía dentro del dormitorio del rey y la reina.Catriel meneó la cabeza, atónita:- Cómo... ¿Recién viste esto ahora? ¿Por qué tardaron tanto en llegar a la conclusión de que había restos del veneno en la caja fuerte?- Recogimos varios objetos de los aposentos del
- Voy a la mansión Cappel. Encuéntrame allí, Catriel, por favor. Me temo que... - Se cortó la llamada, interrumpiéndome.Lo intenté varias veces y no pude comunicarme.- La señal es débil en estas partes. – El hombre me lo explicó.- Gracias de la misma manera.Detuvo el coche delante de unos altos muros y de una gigantesca verja de hierro. No recordaba la zona de entrada de la mansión Cappel, ya que cuando visité la residencia, hace algún tiempo, había venido con la familia real, prestando poca atención a los detalles.- ¡Ya está aquí, alteza!Me bajé del auto y dije:- Nos vemos mañana en el pueblo de pescadores . Ahí es donde estoy. Te daré el dinero para que compres un auto nuevo, como te prometí.- No es necesario, Alteza.- Hago hincapié.- Realmente no lo necesitas. Me sentiría ofendido si le cobrara algo a la novia del rey del País del Mar.- Cat… – Iba a decir que ya no era el rey, pero no había tiempo para discutir eso.- Está bien... Entonces al menos ve allí para que te pa
ENDORFINAS¿Sí? ¿No? ¿Qué decir en ese momento? ¿Qué pensé realmente o qué quería que dijera?- No. – fue mi seca respuesta.Catriel me miró sin decir nada. Mentí diciendo que no lo creía y él me creyó, ambos intentando evitar una pelea.Me senté en la cama donde él yacía y miré por la ventana, observando la noche estrellada y respirando profundamente el aire fresco que entraba a través de ella.- Simplemente creo que nadie es digno de confianza.- Nadie no se refiere a mi madre, ¿verdad?- Nadie... quiero decir... Todos... Aparte de nosotros dos.Catriel se sentó en la cama y me abrazó por detrás, besándome el hombro:- Sé que mi madre es muy difícil. Pero ella no haría nada contra su propia nieta.Desató el nudo que hice en la toalla que estaba envuelta alrededor de mi cuerpo, en mi pecho.- ¿Cómo llegó Olavo hasta allí, si se acordó que Siena le sería entregada recién al día siguiente? – pregunté, retirando la toalla.- Yo hablé con el.- ¿Por qué? - Estaba confundido.- Porque sal