No sé cuántos días han pasado, solo sé que las horas pasan mientras me tiene recluida en una sucia celda de la parte de atrás del castillo, al parecer soy la única reclusa de esta prisión pues no logro escuchar algún otro ruido que alerte de la existencia de alguien más en este lugar. Durante este tiempo no me han alimentada y mucho menos me han dado agua, lo único que han hecho es venir y tratar de golpearme, lógicamente no lo he permitido, me he enfrentado a todos y cada uno de los guardias que entrado a la celda, al final salen peor de lo que pretendían dejarme, cosa que los enfurece. Un suspiro cansado sale de mi mientras me acomodo en la rugosa pared de esta celda, mis manos tiemblan al ritmo de cuerpo por el frio que hay aquí abajo, al parecer al ser subterráneo mitiga el calor de afuera o, simplemente, ya es de madrugada; No puedo negar
— Día 15, me pregunto cuando vendrán. Una pequeña niña de indomable cabellera negra ve la corteza de un frondoso árbol donde se pueden alcanzar a contar quince irregulares rayas verticales, los ojos verdosos ojos de aquella pequeña transmiten pureza y angustia. A su alrededor no hay más que espesa naturaleza y una pequeña choza hecha de madera y paja, los únicos sonidos que se logran escuchar son el cantar de los pájaros, el pasar del viento acariciando todo a su paso y el acelerado corazón de la pequeña quien ve con preocupación cómo el cielo está en tonos grisáceos anunciando una nueva tormenta. Un pequeño suspiro sale de ella cuando se resigna a pasar otra noche a la intemperie luchando por sobrevivir, sabiendo que ni cerca ni lejos hay alguien que la pueda ayudar. Una pequeña lagrima sale de uno de sus grandes y hermosos ojos, pero con brusquedad la niña la limpia con el dorso de una de sus pequeñas manitas y temerosa ve hacia los lados como si temiese que alguien haya captado aq
— Imposible, lo deje entre mi baúl de cosas, nadie me vio guardarlo, además, dejo con él un hechizo de protección que nadie podía quitar.— Lo siento Anastasia, pero no está. — Me contesto sin alterarse para luego dirigir su vista a mis espaldas para hablarle a sus líderes — Lo único que averigüe es que mientras la señorita Anastasia estuvo en los calabozos se hizo una jornada de limpieza en el cuarto donde todas las concubinas participaron.— No, alguien tuvo que haber roto mi hechizo y al yo estar débil no lo noté, no pudo ser una de las concubinas. — mi voz salió en un susurro dirigido más para mí que para ellos.— Acabas de decir que nadie podía romper ese hechizo — el rey se puso a mi lado serio y frío.— Nadie que no supiera nada sobre brujas — lo vi retadora mientras alzaba mi barbilla con rabia. — En este castillo me consta que la que más o menos algo sabe de brujas es la gran ex reina, pero ella no estaba, del resto son ignorantes frente a nuestra especie por lo que es imposi
Los últimos rayos del sol se filtran por el accidente del firmamento, con una sonrisa recibo el suave viento que lucha contra la oleada de calor que se hace presente en este momento. Me encuentro en los aposentos de rey alfa, no pode encontrar argumentos para que desistiera de la idea de que fuese o su guardaespaldas, como dice él. Realmente esto me molesta porque mi intención es pasar desapercibida, pero sé que al estar al lado de él solo voy a recibir rencores, envidias y malas energías por parte de la madre de él, por parte de las favoritas y de alguna que otra concubina. Un suspiro sale de mí y sin girar hablo sintiendo su mirada quemar mi cuerpo aun fundido en aquel camisón que me pusieron.— ¿Ya termino su baño alteza? — mi voz sale neutra.— No, creo que necesito tu ayuda para lavar mi espalda — mis ojos se cierran un poco mientras mi vista está fija en las nubes quienes lucen un tenue color platinado que avisa la salida de la Luna. — No creo que sea adecuado — me mantengo f
Su brazo se mueve posándose frente a mí mientras mi vista desafiante le planta cara al rey, pero la curiosidad me vuelve a ganar y mis ojos bajen encontrándose con su pecho cubierto por el brazo que espera atención de mi parte. Me remuevo un poco sobre su regazo intentando ignorar lo que la piel logra percibir debajo del agua, este movimiento hace que el rey tensione un poco el agarre que aún mantiene en mi brazo pero lo ignoro, y volviendo a humedecer la esponja llevo mis manos hasta su brazo y le doy la misma atención que al otro, todo bajo la intensa mirada del rey. Cuando termino alzo la mira y siento como el agarre en mi brazo se suelte un poco llamando la atención de mis ojos que viajan hasta allí para ver como el alfa mueve su mano por sobre la piel que deja al descubierto la bata de dormir; por donde pasa su suave tacto queda un extraña sensación cálida de hormigueo que me hace fruncir un poco el ceño, pues nunca había sentido tal cosa por el tacto de alguien. Mis ojos siguen
Anastasia Otro recuerdo sacude mis nervios y con frustración abro los ojos para encontrarme con la oscuridad, aunque ya no hay rastros de la luz plateada de la Luna quien brillaba con embelesa cuando caí en los atrapantes hilos de los sueños. Siento una de las musculosas piernas del rey alfa sobre mi abdomen en un ángulo bastante extraño, por lo que supongo que otra vez está atravesado en todo el resto de cama. Una sonrisa se me escapa al recordar la primera noche que dormí con él, todo fue perfecto hasta que en medio de la noche empecé a sentir sus movimientos bruscos, lo cual me preocupo, pero al salir de la bruma del sueño entendí que su gran excelencia es de aquellos que duermen de una forma, digámosle, salvaje. Con suavidad muevo su pierna mientras los suaves ronquidos me confirman que el rey está más que dormido, cosa que me alivia, necesito un momento para pensar porque aunque no lo parezca, estos sueños hechos recuerdos significan algo, algo que sé que debo descifrar, hay algo
Argus— ¡Excelencia! — ese grito me hace removerme molesto en la cama y gruño acomodándome — ¡Excelencia! — mi puño se estampa en la cama con molestia pero la imagen de Anastasia me hace levantarme preocupado de que la haya lastimado, pero cuando mi desarrollado visión se enfoca me doy cuenta que ella no está conmigo — ¡Maldición, Argus, abre la maldita puerta!Al escuchar el grito de Shein, mi beta salgo corriendo hacia la puerta aturdido y confundido. Cuando abro la puerta veo que los primeros rayos de sol ya están saliendo haciendo que mis ojos vean con más laridad el rostro sudado y preocupado de mi beta.— Hemos intentado todo pero no podemos ni acercarnos — su voz consada y preocupada me alarma más.— ¿Qué está pasando? — mi voz suena dura y demandante— Anastasia está siendo ataca y no hemos podido hacer nada por ella, parece que so… — No lo dejo terminar.Mi imponente lobo corre y se lanza por el balcón siguiendo el silvestre aroma de la bruja que últimamente se está metiendo
ArgusAlexandra, la doctora, lleva mucho tiempo internada en mí habitación curando las heridas físicas de Anastasia. Por recomendaciones suyas nos quedamos mi abuela, mi beta, una de las concubinas, quien nos esperaba preocupada al saber que Anastasia había sido atacada, y yo fuera de mi habitación; a esperas de conocer su estado actual de salud.Veo a mi beta quien no deja de observarme y se por qué, me crie con él, crecimos juntos siendo como hermanos, sé que le extraña mi actuar, pero un primitivo instinto se alborota en mi interior siempre que se trata de la bruja que desde hace unos días se ha adueñado de mis pensamientos y deseos. Para no avivar más la curiosidad de Shein, me mantengo neutro escondiendo la preocupación que me recorre al tener muy grabada en mi mente la imagen de Anastasia llena de sangre gritando de forma desesperada hasta destruirse sus cuerdas vocales. Por su lado, mi abuela se mantiene distante, sumergida en sus pensamientos como si miles de ideas se estuvier
— Claro que me atrae, al fin de cuentas es una más de mi harén, es muy linda. — contesto sin saber porque esas palabras salen con tono de defensa, sintiéndose vacías y erróneas.— No, no todas te atraen, es más, creo que ella es la primera en lograr eso. — la veo con una ceja levantada sin saber de qué habla. — Con las demás solo era sexo, tú cumpliendo con tu deber de alfa y rey haciéndote cargo de satisfacer a aquellas que trabajan duro en tu harén y que esperan un poco de retribución en una acalorada noche en la gran alcoba del alfa.— No sé de qué hablas — contesto tosco tomando unos documentos contables para zafarme de sus palabras.— Hablo de que a ninguna le habías prestado tanta atención, a ninguna la habías dejado dormir en tu cama y menos sin tener una noche apasionada. Nunca habías cuidado de alguien que no fuera tu madre o tu abuela, quizás no lo quieras aceptar, pero mira tan solo el hecho que después de que empezaste a tratar con ella no has vuelto a tacar a ninguna otra