Carlotta estaba inmóvil, no podía creerse lo que acaba de escuchar. «¿Líder de la mafia italiana? ¿Nuestro hijo si llegara a ser varón, será líder? ¿mataba gente?» Esas preguntas penetraban la mente de Carlotta. No podía asimilar eso. —¿Mafioso? ¿Matas a gente? — preguntaba ella aterrorizada.—Mato a mis enemigos. —corrigió él. — Yo mate a los hombres que te hicieron daño.—¡Dios mío! Pero... Eres un asesino. — exclamó levantándose de la cama. —Mi hijo será mafioso a la fuerza ¡Nuestro hijo! —Tranquilizate. —pidió él. —Recuerda lo que dijo el médico y déjame explicarte mejor.Carlotta se cruzó de brazos para escucharlo hablar.—Nuestros padres hicieron como una especie de promesa, donde decía que Mariano, Enzo, Franco, Maurizio, Orlando, Paolo y yo. Seríamos los líderes de la Cosa Nostra y que el primer varón del líder sería el próximo en gobernar la mafia. — ella no dejaba de llorar, no podía ser verdad, todo esto tenía que ser una maldita broma. — ¿Ahora entiendes porque no quería
Después de la decisión de Carlotta. Giovanni estaba más aliviado, ella se quedaría con él y formar su familia, está vez sin mentiras ni secretos.Ambos se fueron a la cama, Giovanni la dejo una camiseta suya y la ayudó a ponérsela, juntos se acostaron abrazados como dos enamorados, frente a frente, con las piernas enredadas.Carlotta lo miraba con una sonrisa, la luna llena que había esa noche, alumbraba la habitación donde estaban. Ella empezó acariciar su mejilla con esa perilla que a Carlotta le encantaba admirar. Giovanni abrió sus ojos y la miró con una sonrisa en sus labios.—¿Qué pasa, tesoro? —preguntó Giovanni.—Nada, solo miraba. —dijo obvia.—¿Te gusta mirarme? —volvió a preguntar.—Me encanta mirarte cuando duermes, mirar tu cara bella y varonil. — admitió con sinceridad, Giovanni la besó.—Mañana tengo que volver a curarte. — cambió de tema el italiano.—Lo sé, amore. —el volvió a cerrar sus ojos. —Te has enfrentado a mi padre. — Giovanni volvió abrir sus ojos y miró.—No
Giovanni permanecía quieto, sin mover ni un músculo de su cuerpo. Le rompía el alma ver cómo Carlotta se aleja de él, como si él fuera el que la violó. Cada paso que daba ella retrocedía hacia atrás arrastrando su sus manos y cuerpo. Giovanni apretó sus manos con fuerza, la rabia le consumía. La habían destrozado por dentro, la llevaron al infierno y él se echaba la culpa.La puerta de la habitación fue abierta bruscamente y todos llegaron al escuchar los gritos de ella.—¿Qué pasa? —preguntó Mariano.—No quiere que me acerque a ella. — respondió Giovanni devastado.Mariano intento hacer lo mismo que su hermano, acercarse a ella pero fue en vano, también se alejaba de él.—No se acerquen. —dijo con odio, Giovanni vio en la mirada de Carlotta, varias cosas: dolor, odio, sufrimiento y ayuda. —Llamad al médico. — habló Mariano.—¿Médico? — repitió Franco. —Lo que ella necesita, es ayuda psicológica. Ella sufre un trauma, no un dolor de cabeza.—¿¡Crees qué no lo sé!? —gritó entre diente
Cada uno después de pasar una pequeña conversación en el jardín volvieron a la habitación, Giovanni cogió una habitación de invitados. Todo esto iba a pasar poco a poco, aunque él no era de tener paciencia.Él se metió en el cuarto y quedó en bóxer, y se metió en la cáma aunque no pudiera dormir pensando en ella, deseaba abrazarla y comerla a besos, pero por ahora, solo eso estaría en sus sueños. Ella estaba alejada de él y se había encerrado en si misma en un lugar oscuro llamado "soledad" Giovanni intentó dormir cerrando sus ojos, pero fue en vano, no había forma de dormir. Se levantó de la cama frustrado y fue hacia el balcón que había en el cuarto y se apoyó sus brazos en el muro que había ahí. Miró a su alrededor y solo veía todo oscuros, farolas pequeñas encendidas y sus escoltas paseando por cada parte del jardín.La luz de al lado fue encendida, él miró y esa habitación era donde Carlotta dormía. «¿Ella tampoco podrá dormir?»se preguntó él.Quería ir a donde ella, pero era m
Carlotta ya había llegado a Milán, dejar a Giovanni no fue nada fácil, por una vez, se enamoró y le pasó ésto. Le vio tan mal que la partió el alma. Subida en el taxi, pensaba en él, en su italiano, ese hombre de pelo negro, de ojos grises e intensos, de esa perilla, de esa sonrisa blanca como la nieve. Esas cicatrices que le hacían ver extremadamente sexy. Ella definitivamente estaba totalmente enamorada de Giovanni, le echaba de menos, le extrañaba. Sus lágrimas caían pensado en esos momentos junto a él. «¿Qué estará haciendo ahora?»pensó ella.Cuando llegó a su casa, pago al taxi y salió de ahí, el taxista la ayudó a sacar la maleta y camino hasta la casa. Llamó al timbre y poco después su madre abrió, la mujer al verla la abrazó y Carlotta correspondió al abrazo.—¿Cómo estás, cariño? —preguntó la mujer llena de emoción. —Este bambino crece muy rápido.—Ciao, mamá. Estamos bien, el bebé está perfectamente. —respondió con una sonrisa.—¿Y Giovanni? ¿No ha venido contigo? —preguntó
Todos aún estaban asustados, Carlotta no dejaba de llorar, temblando de miedo, miedo que hicieran daño a su hijo. Giovanni al verla así se acercó a ella para abrazarla, pero no funcionó ella seguía temblando como si tuviera hipotermia. Él estaba igual o peor que ella, el bebé no tenía culpa de nada. Los padres de ella estaban asustados, miedo a que se volviera a repetir. Giovanni cogió su teléfono y marcó el número de Anderson.—Señor...—Os quiero a todos dentro ya. —exigió colgando.¿Cómo habían averiguado donde vivía ella? ¿Qué él estaba ahí? Todo era muy confuso. Giovanni estaba nervioso, furioso por no saber cómo solucionar esta mierda. Poco después sus hombres se pusieron delante de él firmes.—Decidme ¿Dónde estaba el paquete?— preguntó cruzándose de brazos.—Vino un chico, vestido de correo y nos la dio. — respondió Anderson.—¿Y no os parece raro que a esta hora venga el paquete? ¿Saben lo qué contenía el paquete? ¡Una ropita de bebé manchada de sangre con un Mensaje! — dijo
Ellos seguían en silencio, Carlotta miró a Giovanni, pero le vio con la mirada perdida, mirando la pantalla dónde se veía su pequeño. Ahora eso significaba irse de Milán, y Giovanni llevarse a Carlotta y su familia a un lugar seguro. Ya estaba confirmado su bambino era el próximo líder de la Cosa Nostra. La doctora les miró y no les veía muy felices, si no... ¿Decepcionados? ¿Podría ser la palabra? —No parecen muy emocionados. —dijo la doctora, mirando a la pareja.—No, no es eso, si no que creíamos que iba a ser niña. E hicimos una apuesta. — mintió, Carlotta y la doctora con una sonrisa asintió.—Bueno, Carlotta. Está todo bien, puedes levantarte. —dijo la doctora dándole un papel para limpiarse, se levantó con la ayuda de Giovanni.La pareja después de la consulta salieron en silencio de allí. Todo se complicaba aún más. Todo dolía, todo era peligros, todo era enemigos. Aveces risas, aveces era tranquilidad, aveces era amor, aveces era discusión, aveces era odio. Se irían de Milán
Giovanni se había pasado el día durmiendo por el calmante que le dio el doctor, había estado muy débil pero por suerte la bala había dado en el hombro. Carlotta no se separaba de él, quería ser su talismán. Giovanni la protege a ella, ella le protege a él. Así son las relaciones, donde ambos se cuidan mutuamente, donde había amor, respeto y más o menos sinceridad. Cada cierto tiempo, Carlotta le curaba la herida como le había dicho el doctor a Mariano. Giovanni no abría sus ojos, y tampoco hablaba.Las horas pasaban y Giovanni seguía durmiendo, Carlotta tenía hambre así que salió de la habitación para comer algo. Ese bebé cada día crecía más, en poco tiempo ese bebé estaría con ellos dándole amor al hogar, aunque corría peligro.Cuando ella llego a la cocina estaba Gianna haciendo cosas, Carlotta pasó de ella y fue al frigorífico y cogió frutas. La sirvienta de reojo la miraba.«¿Qué habrá visto Giovanni en ella?» dijo mentalmente la sirvienta.—Cada día estás más gorda. —dijo Gianna