Arya camina lo más rápido que puede a por sus cosas y se encuentra con un Ayden pálido en la entrada de urgencias, tal como prometió.—Llegaste rápido —menciona ella entregándole su maleta de trabajo.—Iba camino a casa, quería cambiarme para una comida de negocios —aclara—. John me llamó. ¿Qué sabes de tu Mirella?—Me habló, me reclamó, dijo que ya sabía todo y luego hubo un alboroto y me colgaron —dice intentando llamar de nuevo a su madre, pero manda directo a buzón de voz.—Lo siento —expresa con sinceridad.Ambos suben al auto y John los lleva al sitio de reposo dónde yace su madre.—¿Ya sabes lo que le dirás? —pregunta Ayden.—La verdad, ella no merece que yo le mienta —dice mirándolo con tristeza.—¿Crees que eso le hará bien?—No lo sé, hasta que se lo diga.—Bien, yo te apoyo —declara él, caminando a su lado.Al entrar y preguntar por ella le dicen que está delicada de salud.—La señora Mirella, necesita de mejores cuidados, necesita reposo absoluto —advierte la recepcionista
Él se ha ido en la noche cuando más le necesitaba. Dijo que tenía una cena de negocios y en vez de ser él quien se quedase a negociar con ella sobre lo que necesitaba, ha enviado a Daniel para que se hiciera cargo.«Eres una tonta, Arya. Todo lo que te dice es para mantenerte tranquila porque tienes a su hijo en el vientre. A él no le importas, solo le importa él mismo. Tonta niña ilusa» se piensa así misma.Arya toma su almohada y la abraza fuerte.A la mañana siguiente decide ignorarlo. Se levanta más temprano y se pide un taxi. Decide bajar por las escaleras y la entrada principal y no por el elevador a la cochera.Ni John ni sus guardaespaldas se percatan de eso. Esperaban que bajase con Ayden como todos los días o la gran parte de estos.Se dirige directamente a la casa de reposo de su madre y una vez ahí va directo a su recámara. Ella yace plácidamente dormida.Cuando despierta, ya le han traído el desayuno, así que Arya se ofrece para dárselo.—Recuerdo c
La pareja —no pareja—, había llegado al departamento de Ayden. Arya iba con el corazón y mente destrozados. Mientras tanto, él no sabía qué hacer. Quería consolarla, pero ya había excedido sus límites en otras ocasiones, todas involucraba a su hijo o en favor de este. Sin embargo, en esta ocasión era algo meramente personal de la chica.Sus divagaciones le distraían de su deber como caballero.—Señorita Arya, ¿está usted bien? —pregunta Bea cuando la ve llegar con los ojos hinchados.Para todos era bien sabido las fricciones entre ambos. Incluso murmuraban cuando no estaban sobre la compatibilidad de sus caracteres o el cómo eran tan opuestos que eso les hacía atraerse.—No —responde Ayden por ella—. No está bien. Llévala a la sala, ya vuelvo.—Sí, señor —afirma Bea y encamina con paciencia y ternura a Arya.La joven yace ida en sus cavilaciones, está triste y desesperada.—Señorita, si hay algo en lo que podamos ayudar, cuente con nosotros —murmura Bea cuando a
Arya yace sentada en su sillón reclinable, con ojos cerrados y AirPods encendidos escuchando “Chasing cars” de Snow Patrol. Concentrada en cada palabra, se imagina un mundo en dónde todo es perfecto, uno dónde el corazón del millonario le corresponde. En dónde le permite acercarse, tocarlo, amarlo. Pero no es así. Su mundo se reduce a una miseria de tiempo compartido, de fingidas sonrisas e interés fundado en un simple negocio.Canta con el corazón desgarrado en voz baja, pero, aun así, esta se escucha en el pasillo.Ayden, que espera termine de cantar para acercarse, se queda recargado en la pared cercana. Daniel Cheng tenía razón cuando le dijo que ella se estaba enamorando.«¿Será eso o es que solo está cantando por cantar?» se pregunta.—Hola —saluda él al entrar a la recámara ya lista—. No tarda en llegar tu mamá. Vienen con los chicos que elegiste. ¿Segura que ellos te ayudarán?—Gracias por avisarme —responde sin ánimo—. Qué bueno que ya vienen, anoche estuvieron conmigo un rat
La encamina hasta el otro extremo del pasillo y llegar a una habitación que no conocía.—Es la recámara de Bea —aclara él—. ¿Me puedes decir que te pasa?—Nada, ¿no te ibas ya? —dice ella tomándole de la manga del saco y sin tocarlo ver la hora de su reloj—. Ya es tarde.—Arya… lo de Cathy no es lo que piensas —repite él—. Ella y yo no tenemos nada, es cierto, me coqueteó y también lo hizo con Daniel.La joven se recarga en la pared y cruza los brazos sobre su abdomen pronunciado.—En realidad no me interesa lo que hagas o dejes de hacer con ella —dice intentando sonar seria—. Eres soltero, millonario, guapo, prácticamente puedes pedir a cualquier mujer y esta caería a tus pies.—Dices que no te importa y me montas escenas de celos… es incongruente lo que dices Arya —remarca Ayden.Arya entrecierra los ojos como si quisiese matarlo.—Tú, eres incongruente, me pide que no me acerque a Mark, quedaste que no te acerarías a Cathy. Dijiste que me apoyarías, ¿y qué haces a la primera oportu
Era media tarde cuando Arya recibió la llamada de Mark, aprovechando que Ayden estaba en una reunión virtual con Daniel en su despacho. Decidió tomarla en su cuarto de relajación.—Sí, Mark, ¿Qué piensas de lo que te mandé? —inquiere ella con gran preocupación.—Hola, lo hablé tanto con el jefe de cardiocirugía como con el oncólogo especialista, ambos concuerdan que una quimioterapia o radioterapia en el estado de tu madre puede ser muy agresivo —comenta con su tono profesional que le caracteriza. Arya al oírlo deja caer los hombros—. Sin embargo, nada está perdido. Los españoles están realizando un tratamiento experimental que básicamente se trata de combinar varios fármacos de inmunoterapia.—¿Estás proponiendo que llevemos a mi madre a España? —pregunta ella confundida y esperanzada—. No creo que pueda soportar tantas horas de vuelo.—No, Arya. Lo que sugiero y el doctor Jones propone es que realicemos el tratamiento acá. Una de sus colegas estuvo en las primeras prue
Bea pone los platos principales en la mesa. Ensalada cesar, puré de papá y steak en salsa de champiñones.—Todo se ve muy deliciosos, Bea —dice Arya llevándose un bocado de carne a la boca. Lo mastica un poco y traga saboreándolo. Ayden la mira sin parpadear, como si el solo hecho fuera algo muy íntimo—. Delicioso…—Gracias, señorita, que bueno que le ha gustado —responde Bea agradecida.Le gusta que Arya pruebe sus comidas y que las disfrute, pues meses atrás apenas probaba bocado.—Hice el pan con mantequilla que tanto le gusta —añade y en eso entra Sebas con la canasta de pan recién horneado.—¡Gracias, Bea, gracias! —agradece emocionada, toma un panecillo, lo parte remojándolo en la salsa y se lo lleva a la boca—. Wow… esto es… el cielo.Los comensales a su alrededor ríen por lo ba
La llegada de Jeffrey Harley a casa del arrogante y poco amistoso Ayden Emory, ha supuesto una cantidad sobrehumana de paciencia para no sacarlo de inmediato.El millonario observaba a Arya y como está a pesar de la preocupación le gustaba ver a su madre feliz. Pero él no, él sabía lo que en realidad había sucedido en el pasado de Arya. Todo porque Jeff, su hermano, les había confesado a sus guardaespaldas.Al terminar de cenar, tanto Sam como Bruno se retiraron a dormir al igual que Daniel a su casa, dejando así a las parejas en la sala.—Dime Arya, dónde harán el tratamiento a tu madre —dice su padre en tono exigente.Jeffrey nunca había sido un hombre de muchas palabras, era arisco y parecía que le costase mostrar, aunque sea un poco de afecto a cualquiera que no fuera Jeff.—En el hospital donde hago mis prácticas —contesta ella con tal solemnidad que parece como si estuviese frente a un tribunal.—¿Estás segura de que tu mamá se salvara? —inquiere haciendo que Mirella lo observe