Dentro de La Casona Vieja, la oscuridad era casi absoluta, solo interrumpida por tenues rayos de luz que se filtraban por las rendijas de las ventanas tapiadas y los agujeros del techo. El silencio era opresivo, roto únicamente por el crujido ocasional de sus propios pasos sobre el suelo cubierto de polvo y escombros. El aire estaba viciado, con un olor mezcla de humedad, madera podrida y algo más... algo metálico y vagamente inquietante.Richard avanzaba con extrema cautela, guiándose por el tacto y la escasa luz. Palpaba las paredes desmoronadas, evitando tropezar con los objetos caídos. Podía sentir la presencia fantasmal del pasado en cada rincón, la sensación de que la casa observaba sus movimientos.Llegó a lo que parecía ser un antiguo salón, donde la luz era ligeramente mayor gracias a un hueco en el techo. Allí pudo distinguir algunos muebles cubiertos de polvo y telarañas: un sofá desvencijado, una mesa volcada, la silueta de lo que pudo haber sido un piano. No había señales
Aturdida por la conversación que acababa de escuchar, la madre de Javier se apoyó en la puerta del despacho, sintiendo sus piernas temblar. Las piezas comenzaban a encajar de una manera aterradora. La insistente pregunta del señor Contreras sobre el paradero de Javier, su extrañeza por sus "amigos" en Villa Esperanza... todo apuntaba a que él sabía algo, que estaba involucrado en lo que estaba sucediendo.La mención de una fuga y la urgencia por evitar que "ella" hablara la llenaron de un presentimiento terrible. ¿"Ella" era Valentina? ¿Estaba el señor Contreras detrás de su secuestro? Y si era así, ¿por qué? ¿Qué secreto temían tanto que Valentina pudiera revelar?La preocupación por Javier se intensificó. Si el señor Contreras estaba involucrado en algo turbio, ¿corría su hijo peligro también? La excusa de "ayudar a unos amigos" parecía cada vez más endeble.Con el corazón latiéndole con fuerza, la madre de Javier se separó de la puerta y caminó lentamente hacia el salón. —¿Todo bie
La frustración era palpable en Richard y Anselmo. Regresar al faro con la esperanza de encontrar la misteriosa caja de Esmeralda, solo para descubrir su desaparición, era un duro golpe a sus expectativas.—No entiendo —murmuró Richard, pasando una mano por su cabello con exasperación—. Estaba aquí, lo vi con mis propios ojos. ¿Quién más sabría de ella?Anselmo examinaba el suelo con detenimiento. — Hay marcas de arrastre, si hay señales de que alguien haya estado escarbando. La caja simplemente... no está.Richard rodeó el pequeño espacio donde recordaba haber encontrado la caja, su ceño fruncido en señal de concentración. —¿Recuerda exactamente dónde estaba? ¿Algún detalle que pueda ayudarnos a ubicarla de nuevo?Richard señaló un hueco entre dos rocas, cerca de la base del faro. —Sí, justo ahí. Estaba medio oculta, pero se veía claramente la madera.Exploraron cada rincón cercano, moviendo piedras y apartando la arena, pero la caja de Esmeralda parecía haberse esfumado sin dejar ras
A la mañana siguiente, la atmósfera en la casa de Elara era más tranquila, aunque aún marcada por la reciente tensión. Magaly, Valentina y Elara estaban reunidas en la sala, conversando en voz baja sobre los extraños descubrimientos en la iglesia y la misteriosa llave. Valentina, aunque aún convaleciente, participaba activamente en la conversación, su mente trabajando para desentrañar el significado de cada hallazgo.En ese preciso instante, el teléfono de Valentina comenzó a sonar, sobresaltándolas a las tres. Al ver el identificador de llamadas, el rostro de Valentina palideció. Era Gustavo.Un silencio tenso invadió la habitación mientras Valentina dudaba si contestar. Magaly y Elara la miraban con preocupación, conscientes del peligro que Gustavo representaba. Finalmente, con una mezcla de temor y una necesidad apremiante de saber qué quería, Valentina deslizó el dedo por la pantalla y contestó la llamada.—¿Gustavo? —dijo con voz cautelosa, intentando ocultar el temblor en su ton
Gustavo se levantó al ver a Valentina acercarse, su rostro mostrando una mezcla de alivio y nerviosismo. Lucía demacrado, con ojeras profundas y una barba incipiente que le daba un aspecto descuidado.—Valentina... gracias por venir —dijo, su voz ligeramente temblorosa mientras señalaba la silla frente a él.Valentina tomó asiento sin apartar la mirada de Gustavo. Su expresión era seria, desprovista de cualquier rastro de afecto. —Dijiste que tenías algo importante que decirme. No tengo mucho tiempo.Gustavo suspiró, pasando una mano por su cabello. —Lo sé. Y agradezco que me des esta oportunidad. Sé que lo que hice fue terrible, imperdonable. Estaba desesperado, Valentina. Estaba perdiendo todo.—Eso no justifica lo que hiciste —replicó Valentina con firmeza—. Pusiste mi vida en peligro.—Lo sé —insistió Gustavo—. Y me arrepiento cada segundo. Pero necesito que entiendas que no fui el único detrás de todo esto. Había más personas involucradas. Personas peligrosas.Valentina entrecerr
Al salir del restaurante, Valentina se sintió abrumada por la intensidad de la conversación con Gustavo. Un torbellino de dudas, miedos y posibles revelaciones la asaltaba. Magaly, notando su agitación, la tomó del brazo con preocupación.—¿Se lo vas a contar a Richard? —preguntó con cautela.Valentina negó con la cabeza, su rostro reflejando angustia. —No quiero que Richard se entere de esta reunión. Sabe de mi relación pasada con Gustavo... no quiero que piense mal. Además, sé que se molestaría muchísimo si supiera que me encontré con él a solas, después de todo lo que me hizo. Esto solo causaría más problemas y preocupaciones. Necesito tiempo para asimilarlo todo antes de hablar con él.—No me parece, Valentina —insistió Magaly con firmeza—. Richard ha sido muy honesto contigo desde el principio. Se preocupa por ti y merece saber lo que está pasando, especialmente si involucra a alguien tan peligroso como Gustavo.Valentina suspiró, su frustración creciendo. —Sí, lo sé, Magaly. Per
Un suave rubor se extendió por las mejillas de Valentina al escuchar la pregunta de Richard. Sus ojos brillaron con una mezcla de sorpresa, alegría y una profunda emoción. Un nudo de felicidad se formó en su garganta, impidiéndole responder de inmediato. Miró a Richard, viendo en sus ojos la sinceridad y el amor que tanto anhelaba.Apretó sus manos con más fuerza, sintiendo el calor de su tacto. Su corazón latía con fuerza, llenando el silencio que se había creado entre ellos. Los recuerdos de su tiempo juntos, las pruebas que habían superado, la conexión especial que compartían, todo se agolpó en su mente.Finalmente, con una sonrisa radiante que iluminó su rostro, Valentina asintió lentamente. —Sí, Richard —dijo con voz suave, pero firme, sus ojos llenos de lágrimas de felicidad—. Sí, quiero ser tu novia.Un suspiro de alivio y una inmensa alegría inundaron el rostro de Richard. Soltó una de las manos de Valentina para acariciar suavemente su mejilla. —Valentina... —murmuró con voz
El ambiente en la cabaña de Elara seguía cargado de tensión tras la revelación de la manipulación policial. Valentina y Magaly estaban sentadas en la sala, repasando mentalmente los posibles escenarios y discutiendo cómo proceder, cuando el sonido insistente del teléfono de Valentina rompió el silencio.Valentina miró la pantalla con el ceño fruncido. Era un número desconocido. Dudó por un instante antes de deslizar el dedo para contestar.—¿Aló?Una voz agitada y urgente resonó al otro lado de la línea. —¡Valentina, soy Gustavo! Necesito hablar contigo. Es urgente.Valentina se puso de pie de inmediato, apartándose un poco de Magaly y bajando la voz. —¿Gustavo? ¿Cómo conseguiste mi número? ¿Qué quieres?—No importa ahora cómo lo conseguí. Escúchame, Valentina, no tengo mucho tiempo. Lo que te dije en el café... era solo la punta del iceberg. He descubierto algo más... algo que te concierne directamente y que cambia todo.La curiosidad y la aprehensión se mezclaron en el pecho de Vale