La cabeza de Diana daba vueltas. Don Chava había conocido a Nadia… no, ¡eso no podía ser! Pero luego Diana comenzó a recordar lo que Kaled le había contado sobre su padre cuando fueron al cementerio y el argumento comenzó a tener un poco de sentido.
Don Chava por su parte continuaba sonriendo mientras miraba a su hijo, pero de pronto cambió la mirada a Diana y dijo:
—De todas las personas en Querétaro, justo ella tenía que cruzarse contigo. Supongo que era el destino, el karma, voluntad divina o como quieran llamarle. Pero bueno: ha pasado tiempo Diana, has crecido mucho. Se ve que no me recuerdas, es normal, estabas medio muerta cuando fui a verte. Me gustaría decir que yo tampoco te recuerdo, pero me es imposible: no ha pasado un maldito día de los últimos siete años, en los que no piense en ti o en tu hermana.
Ante las palabras del padre de Kaled, Diana abri
Kaled salió del departamento y no vio rastro de Diana por ningún lado. Miró las escaleras, la chica podía haber subido o bajado, pero al final optó porque ella bajaría y comenzó a bajar hasta la planta baja.Llegó al estacionamiento y se detuvo. Tampoco había rastro de Diana por ningún lado, ¿a dónde podría haber ido? Suspiró, decidió echarse a correr y confiar en que su instinto y su buena suerte le ayudarían a encontrar a la devoradora. Salió del estacionamiento, pero no tuvo que correr mucho porque al girar a su izquierda, vio calle abajo el mismo árbol donde él y Diana se habían escondido hacía un rato, pero en las raíces de este a Kaled le pareció ver un bulto.Sintiendo un golpe en el corazón, comenzó a andar hacia el árbol y el bulto poco a poco comenzó a tomar forma de una pe
En aquel pequeño espacio en la alameda central, gobernado por niebla y aquella luz espectral, era difícil saber la hora.Sin embargo, para la creadora de ese espacio, quien se encontraba sentada en una de las bancas frente al monumento a Miguel Hidalgo, la hora en el mundo real era lo de menos. Estaba muy absorta en sus propios pensamientos como para preocuparle el tema.—Costó trabajo… pero lo logré —dijo “Nadia”, recargada sobre sus rodillas sonriendo de satisfacción.Se reincorporó un poco, para recargarse en el respaldo de la banca y levantó la cabeza para mirar al cielo nublado.—Y justo a tiempo —dijo manteniendo su sonrisa—, pues falta poco para que se acabe el tiempo.Se puso de pie, metió las manos en los bolsillos de su chamarra y dijo.—Es el momento para lanzar mi último ataque y darle el empujón
Si bien con lo obsesionada que se encontraba con el tema del león negro Diana no parecía interesada en tratar el tema de la supuesta Nadia, para Kaled era otra historia. Apretó los puños y gritó.—¡¿A qué te refieres con faker?! ¡¿Quién eres tú?! ¡¿Qué quieres de Diana?! ¡¿De verdad eres un pecado?!Las dos chicas miraron a Kaled. Diana lo miró como pidiéndole que no le diera tanta importancia a ese asunto, mientras que “Nadia” lo miraba divertida.—Todas son preguntas muy válidas —dijo “Nadia” haciendo hacia atrás un mechón de su cabello rubio—, pero no sería divertido contestarlas ahora. Las contestaré después de que terminemos nuestro juego.Tras la insistencia de “Nadia”, Diana comenzó a perder la paciencia.<
Abrió los ojos y giró la cabeza para mirar la silla donde usualmente Kaled vigilaba su sueño, pero no vio a Kaled, sino a Ricardo.—Hola —le saludó su tío al verla despertar, sonriendo como si nada hubiera pasado.Ante esta situación y débil como se encontraba, Diana sólo pudo fruncir el ceño y decir con rabia.—Fuiste tú… siempre fuiste tú… Ahora entiendo porqué mis pecados se negaban atacarte: eres igual a ellos.Ante la acusación, Ricardo se limitó a continuar sonriendo y a decir:—Es… más complicado de lo que parece.—¡¿Cómo puede ser complicado?! —gritó la devoradora reincorporándose un poco—. ¡Odiabas a mi padre! ¡Y mandaste a esa cosa a matarlo! ¡¿Pero por qué a mi hermana?! ¡¿Por qué
Dos seres consumidos por el odio se enfrentan cara a cara.Ambos perdieron a un ser amado.Y ambos culpan al otro de su pérdida.¿Qué resultado tendrá este terrible encuentro?En la zona que se había convocado en la casa de la familia Santamaría, la tensión era tal que podría cortarse con un cuchillo.Ricardo justo acababa de confesarle a su sobrina que, indirectamente, había sido el responsable de la muerte de su hermana y sus padres.Mientras tanto, Diana tenía frente a ella al culpable de todo su sufrimiento y quien al mismo tiempo le había cuidado y dado todo el conocimiento justo para ese momento. Pero pese a todo, ella estaba decidida a terminar con el enemigo frente a ella.Y a un lado de Ricardo, se encontraba un enorme león ne
Kaled y “Nadia” caminaban por el underground, con el joven atado por el pecado que parecía una estrella de mar y guiado por el pecado que parecía duende. Frente a ellos iba “Nadia”, caminando como si nada, con las manos tras la espalda, con una sonrisa en el rostro y hasta se podía escuchar que iba tarareando una canción.Luego de un rato, el tan singular grupo llegó hasta la calle Pie de la cuesta, donde se detuvieron.—Bueno, creo que ya nos alejamos lo suficiente —dijo de pronto “Nadia”, luego esta se giró y miró a los dos pecados—. Los veré después.Acto seguido Kaled sintió como el pecado estrella de mar lo soltaba para después ver cómo la niebla comenzaba a desaparecer, la luz sobrenatural comenzó a apagarse y poco a poco transeúntes y vehículos comenzaron a aparecer. En la esquina estaba una joven r
Y a partir de ese momento comencé a vivir con Daniel en nuestra pequeña casita en el bosque. No había mucho qué hacer, Daniel a veces cuidaba de su jardín o nos poníamos a leer, pero en general sentía que nos limitábamos “a estar”.Lo único que de verdad me animaba en esos días era salir a cazar pecados para alimentarnos, aunque eso sólo comenzó a demostrarle a Daniel que yo no era un pecado normal.En ese momento el claro del bosque estaba rodeado por aquella espesa niebla e iluminado por aquella espectral luz blanca. Daniel y Amit habían salido a cazar pecados, pero no estaban preparados para lo que se terminarían encontrando ese día.Enfrente de los dos eidolas, se encontraba un enorme toro verde de más de tres metros de altura con dos largas lenguas de fuego en lugar de cuernos.—Hay
Por su naturaleza como pecado, Amit apenas si era capaz de sentir cambios de temperatura… pero nada más escuchar esas tres palabras de boca de Daniel, y además verlo preocupado por la situación en la que se encontraban, la eidola pudo sentir algo de frío bajar por su espalda.Mientras tanto, el devorador frente a los dos pecados sonrió y dijo:—Vaya, vaya… ¿quién lo diría? Los pecados que estaba rastreando resultaron ser bastante especiales: dos eidolas. Podrían engañar a cualquier otro humano con su apariencia pero no a un ojo experto como el mío.Daniel, apretando los puños gritó:—¡Déjanos en paz! No queremos problemas.Ante el pedido de Daniel, el devorador rió y dijo:—¿Problema? Pero si ustedes ya tienen un problema: existen. Y yo tengo hambre. Los eidola son sólo un mito y aqu&iac