“Oh, ya sabes cómo me gusta darle cuerda a tu hermana. Nada cambia con ella. Apuesto a que vuelve loco a Salem".

Ella no lo sabía, no estaba cerca para enterarse de que Raven y Salem ya no eran nada.

“Ella es feliz,” miento.

Verónica no responde. Se queda mirando la casa. Cuando miro por encima del hombro, veo a Neah de pie en el umbral. Raven y Eric están de pie a ambos lados de ella.

“¿Es ella?”, Verónica susurra.

“Sí".

Me agarra del brazo. “No es muy guapa, ¿verdad?”.

“Déjala".

“¿Crees que ella puede conmigo?”, reflexiona Verónica.

Eso no era lo que me preocupaba. Podía sentir los celos de Neah desde aquí. Si ella cambia, no seré capaz de detenerla. Raven y Eric no podrán detenerla. Y ninguno de nosotros sabía lo que Neah es capaz de hacer.

Agarrando la mano de Verónica, la doblo hacia ella. Ella gimotea por el dolor de su brazo en la posición incorrecta.

“¡Fuera de mi vista!”, le gruño.

“Me voy. Me voy". Frunce el ceño en dirección a Neah antes de marcharse mientras se