3.Consecuencias

"¿Alfa? ¿De qué estaba hablando?" Las palabras de Jordan resonaron en mi mente, dejándome confusa y aturdida.

"¿Qué quiere decir?", logré articular, a pesar de que me temblaban las piernas y de la conmoción que me envolvía. "¿Me vas a quitar a mi hijo?", pregunté, resignada, pero con un deje de desesperación en la voz.

"¡Si es mío, sí! Eso es lo que haré". La sonrisa diabólica volvió al rostro de Jordan, alimentando su placer ante la situación.

"¡Vete al infierno!" Me estremecí y me apoyé en la mesa. "Tú y tu m*****a sangre. Nunca te he necesitado y ¿ahora me amenazas? No te molestes, me las arreglaré". Mientras me alejaba, Jordan me abrazó con fuerza, trayéndome de vuelta.

"Deberías haber pensado antes en las consecuencias, Celine. Ahora descubriré la verdad, te guste o no". Su voz estaba llena de odio y me miraba con intensidad.

"Te ordeno que te alejes de nosotros". Dije ácidamente, encarándome directamente con él, pero el brillo desafiante de sus ojos sólo pareció aumentar las ganas de rebeldía de Jordan. Tiré con fuerza de mi brazo.

"Ni siquiera sé por qué he venido aquí". Me acerqué a la puerta y la abrí, dándome la vuelta para mirarle. "Maldito el día en que pensé que eras alguien en quien se podía confiar". Di un portazo y salí corriendo del pub. Entré en mi coche de alquiler, dejando que las lágrimas corrieran libremente por mi cara.

Jordan era una opción, pero no dejaría que fuera la última. Había otra forma de encontrar un donante compatible para Benjamin. Me sequé las lágrimas con las manos y cogí el móvil para llamar a mi ayudante.

"Diana, necesito que me hagas un favor", le dije, todavía moqueando por la desesperación que sentía en el pecho.

"Por supuesto, señora Jones, está bien", respondió la asistente.

"Encuentre a alguien que pueda buscar posibles donantes para Ben". Tenía los ojos fijos en el volante del coche mientras hablaba. "Cualquiera, legal o ilegal, con tal de que mi hijo tenga una oportunidad de sobrevivir". La asistente guardó silencio al otro lado de la línea. "¿Diana?" Levanté la vista y vi a Jordan de pie delante de mi coche con los brazos cruzados.

"Señora, la señal es terrible", dijo el asistente, mientras yo mantenía la mirada fija en el hombre que tenía delante.

"Haga lo que le digo". Colgué la llamada y me puse el cinturón de seguridad. Arranqué el coche y salí marcha atrás del aparcamiento.

Aceleré al máximo para llegar al aeropuerto local, donde me esperaba el avión de la empresa. El emblema de Constructora Jones y Asociados estaba en el lateral del avión. En cuanto lo vi, el alivio volvió a recorrer mi cuerpo. Pronto volvería a estar con mi pequeño.

Dejé el coche con mi guarda de seguridad y me dirigí hacia el piloto, que me esperaba en la escalera.

"Ha sido más rápida de lo que dijo, señora", me dijo al saludarme.

"Solo sácame de este asiento, Carter", le dije y me senté en el sillón beige. "Benjamin me necesita", murmuré.

El hombre me miró con lástima y yo lo fulminé con la mirada. Odiaba que la gente mostrara ese tipo de sentimientos.

En cuanto el avión despegó, cogí el móvil para ver los mensajes, pero nada parecía retener mi atención, salvo las amenazadoras palabras de Jordan resonando en mi mente.

Empecé a investigar qué significaba ser un alfa, y mis búsquedas arrojaron varias referencias, una de las cuales era el lobo que lidera una manada. Empecé a reírme de la idea.

"¿Estaba loco?", pensé, aun riéndome de mi investigación.

Todo en Jordan demostraba liderazgo, pero que él pensara que era algo relacionado con los lobos, era una locura. Mi peor error fue pensar que él podría ayudarme de alguna manera.

Seguí leyendo y vi que había muchas investigaciones sobre especies de hombres lobo que al parecer aún caminaban por la tierra y que la región donde vivía Jordan había sido una de las más prósperas de su especie.

"Está loco y yo lo estoy aún más por creerme estas tonterías". Apagué el móvil, aún más molesto.

Cuando por fin llegué a Seattle, fui directa al hospital con el corazón estrujado por la ansiedad y el miedo. Benjamin estaba empeorando y no podía perderlo. Al entrar en el hospital, mi mente era un caos, pero tenía que ser fuerte, tenía que estar ahí para mi hijo.

Un médico de ojos cansados y serios se acercó a mí mientras esperaba impaciente en la sala de espera.

"¿Es usted la madre de Benjamin?", me preguntó con voz tranquila, pero había tristeza en sus ojos.

"Sí, lo soy", respondí, tratando de mantener la voz firme.

El médico asintió y me llevó a una habitación privada. Empezó a explicarme la situación de Benjamin, pero sus palabras eran un borrón en mis oídos. Luchaba por mantener la compostura mientras hablaba del empeoramiento del estado de salud de mi hijo. Cada palabra me atravesaba el corazón y me sentía impotente, al borde de la desesperación.

"Necesita un donante de médula ósea compatible lo antes posible", insistió el médico. "El tiempo se acaba y no tenemos un donante adecuado en nuestra base de datos. Hemos hecho todo lo posible, pero no vemos ninguna mejoría".

Tragué saliva, intentando contener las lágrimas que amenazaban con caer de mis ojos. Benjamin necesitaba un milagro, y yo haría cualquier cosa por salvarlo.

"Por favor, doctor, ¿hay algo más que podamos hacer?", me temblaba la voz mientras suplicaba.

El doctor suspiró, con cara de pesar. "La única opción ahora es encontrar un donante compatible, y rápido".

Sus palabras resonaron en mi mente mientras pensaba qué hacer a continuación. Ya había activado a mi asistente para encontrar posibles donantes, pero el tiempo se agotaba y no podía depender solo de eso. Tenía que encontrar una forma de salvar a mi hijo, aunque eso significara hacer un pacto con Jordan.

En cualquiera de las dos situaciones perdería a mi hijo, pero en una de ellas seguiría vivo.

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