Mark—que aún no se iba—entra a la habitación con un vaso de agua y una pastilla la cual me extiende. Mientras lo tomo agarra la fotografía de Nova, Megan y yo juntas en un gran árbol. La del día de su cumpleaños, antes de...
— ¿Cómo sigues? —La deja donde estaba y viene a acostarse en la cama, me acomodo en su pecho pasándole una pierna por encima.
—Me duele la barriguita—levante la cabeza e hice mis mayores esfuerzos para hacer un puchero.
Su risilla paró cuando me miró a los ojos, la escaza distancia que había fue cortada cada vez más hasta que plasmó sobre mis labios los suyos. Nos separamos y me mira nostálgico.
Mañana seria el tan espero día de Belmont, el día en que Diana McCarthy cumpliría los 16 años. Para pagar la comida y otras cosas, optamos con esparcir el entusiasmo y la banalidad de la fiesta restringiendo las entradas a un costo pero considerable precio para que más gente estúpida se interesara. Simple psicología humana. Basta con decir que algo es inalcanzable para que otros los deseen.El tema de ayer aún era algo delicado, por lo que las palabras: imbécil, engaño o amor y sus sinónimos estaban prohibidas.Me encargue de estropear los preparativos de la fiesta solo para mantener la mente de Día ocupada y bien distante al tema. Lo sé, suena horrible pero ha funcionado, por lo cual tiro los globos a la basura.
Luego de drenar el alcohol en mí sistema bailando, de nuevo estoy en la habitación de Diana, esperando a que Nayet no vuelva entrar o que Nova aparezca.Observo a las parejas bailar y las envidio, más que todo por querer recuperar la ingenuidad y esperanza de que algún hombre valga la pena y sea sincero. Envidia de no poder ver al mundo como lo ven ellos, sin tanta mierda, sin tanta falsedad.Si supiera la Mujer Maravilla que me acosté con su Batman. A la Llorona que vi a su Pennywise besándose con su mejor amiga. O la Hada que su Vampiro me escribe. Pobre mujer que crea que un hombre es sincero.Desde el poco panorama que me puede ofrecer la ventana logro identificar al hermano de Diana que saca a bailar a una chica con capucha roja.Le
NAYET's POV.«Muchas gracias. En serio me apena pedirte esto. » Oprimo enviar dejando caer el teléfono sobre mi pecho.Enseguida mi mensaje es leído, respondiéndome con un audio jodidamente chillón y molesto.«No, no, no te preocupes, con gusto te ayudo. Sé que el entrenamiento te tiene muy ocupado y pues... no me gustaría que perdieras y mucho menos que reprobaras.»Ingenua y desesperada. Perfecta.«Eres muy linda. Gracias, princesa ♥ Que descanses bien.»
Desde la noche de la fiesta lo único que pasa por mi mente es Nayet, su repentina gentileza y atención. Casi podría decirse que no era él. Por primera vez en mucho tiempo, me hizo bien hablar con él, drenar todo lo que guardaba y me atormentaba.Y, aunque quisiera, esta es la fecha en la que ni siquiera puedo pensar en otra persona para tocar el tema más que en Nayet que es el único que ha estado ahí; ni siquiera con Megan y mucho menos Diana.Una semana había pasado desde esa noche. Evitaba lo más posible quedarme a sola con Nayet, en las hora de entrenamiento éramos totalmente indiferente con el otro y en clase totalmente civilizados. Como si fuéramos solo dos conocidos que antes lo fueron todo.El di
Solo un cruce, uno accidental, uno pequeño o casual. Uno para verte otra vez. Así me mires con desprecio o pases de mí.Con verte una vez más me es suficiente para recordar nuestra amistad y darme esperanza que algún día volveremos a ser las de antes. Una vez más para echarme la culpa y decirte nuevamente «Lo siento». Una vez más para quitarme esta culpa.¿Nova, dónde estás?— ¿Estás pensando en convencer a Diana de unirse al equipo de porrista? —me pregunta Megan separando la vista de sus teléfono. «Milagro».—Sí.—Ya te hemos dicho que no queremos.—Pero es muy importante—insisto, apartando un mechón rojo de mi rostro—. ¿A quién más le
Las clases ya habían terminado hace como una hora y como cada jueves: Belmont se encuentra vacío a excepción de los clubes extracurriculares como la banda, las porristas, el equipo de deporte y por supuesto los delegados, y como cada tarde específicamente a esta hora del medio día el ardiente sol nos impedían hacer las acrobacias con comodidad al momento de practicar.— ¡ALBA, SOSTÉN EL MALDITO PIE DE ANDREA O SINO YO TE METO EL MÍO!—Andrea acomoda el pie en el hombro de Alba y esta se aferró a él como si su puesto en el equipo dependiera de ello. Porque así era—. ¡A la cuesta de tres saltas y José y Oscar te atrapan! ¿¡Entendieron bien?! ¡La atrapan! ¡No la vuelvan a dejar caer!Desde el descarado b
En algún momento de mi corta vida sabía que iba a terminar así, digo, las circunstancias llevaron a nuestros padres a vivir juntos en su época universitaria, era casi predecible que Nayet y yo también.Sin embargo, de todas las formas posibles ésta era la que menos me imaginaba. Esperaba más un programa de rehabilitación para adolescentes conflictivos donde a Nayet lo insertarían en un psiquiátrico y a mí en problemas de ira.Pero no, nos tocó un destino peor.Convivir frente a frente con tan solo dos pasos de distancia a cada puerta; viendo las facetas que jamás pensábamos ver del otro.Por ejemplo: Nayet por primera vez vio las etapas d
« ¡Vamos a perrear, amix! » lo primero que pensé fue: ¿quién es?Hasta que vi la foto del identificador, ese cabello rosa destella con el recuerdo de una noche loca junto con unos tragos.¿Cómo consiguió mi número?«Lo siento. Ya tengo planes ☺️ » Respondí, volviendo acariciarle la cabeza de Zeus que me acompaña en el sofá.— ¿Quién es? —me pregunta Diana, atravesando su cabeza entre el teléfono y yo.Igual de metiche que su hermano.—Una lesbiana—contesto con simpleza, ella se aparta con rapidez haciendo una cruz con sus dedos