Capítulo 839
Era evidente que lo que ella llevaba puesto no era un conjunto de pantalones y camisa.

Gabriela sonrió, sus labios formaron una curva suave, mostrando un encanto y seducción ligeros, preguntó: —Sí, ¿lo quieres?

Rodrigo fue tentado por primera vez.

Sus pupilas oscuras gradualmente se iluminaron, llenas de risa y dijo con voz baja y profunda: —Sí.

Gabriela, mirándolo, desabrochó su bata de dormir suavemente, diciendo coquetamente: —Tienes que atraparla, no dejes que caiga al suelo y se ensucie.

Rodrigo no pudo evitar reír.

¿Esta mujer tomó la medicina equivocada hoy?

Dijo: —Está bien, la atraparé.

La seda negra se deslizó del cuerpo de Gabriela, revelando su piel blanca y delicada. Las finas tiras parecían romperse en cualquier momento. El suave satén envolvía su cuerpo delgado y curvilíneo.

Ella sonrió: —¿Lo tiro?

Sosteniendo la ropa, extendió su mano más allá de la barandilla.

¡Solo tenía que soltarla y caería!

Rodrigo levantó la mano.

Gabriela no pudo resistir y, avergonzada, abrazó l
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