Capítulo 666
Cuando Gabriela vio a Aurora, la expresión de ésta denotaba verdadero susto; su rostro estaba pálido como el mármol.

Al verla así, Gabriela se sintió llena de remordimiento y culpa.

No podía creer que hubiera dudado de ella.

Que pensara que Aurora no se asustaría hasta desmayarse por algo así.

—¿Te sientes mejor ahora? —preguntó Gabriela con voz suave—. No descansarás bien en el hospital. Ven conmigo y quédate unos días en mi casa. Alfredo podría necesitar unos días más antes de ser dado de alta...

—No pasa nada, no iré —la interrumpió Aurora.

Gabriela percibió claramente el distanciamiento en su voz.

—Aurora —dijo Gabriela, tomando su mano—, somos muy, pero muy buenas amigas. No seas así conmigo. Recuerda que antes compartíamos la misma cama.

Aurora esbozó una sonrisa irónica: —¿Ah sí? No lo recuerdo.

Gabriela no se desanimó ante la respuesta fría y sonrió diciendo: —Así es.

—Mejor vete, yo iré a ver a Alfredo —dijo Aurora levantándose de la cama y caminando sin preocuparse por Gabrie
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