Capítulo 673
Rodrigo, después de atender algunos asuntos, regresaba a casa. Sin embargo, al pasar por el restaurante, observó esa escena.

Levantó la ventana de su coche y, con voz grave, ordenó: —Conduce.

El chofer aceleró y se alejaron rápidamente.

Al llegar a casa, su hijo Gemio corrió hacia él y lo abrazó cariñosamente, llamándolo «papá».

Rodrigo levantó al pequeño y le preguntó: —¿Me extrañaste?

Gemio asintió con entusiasmo: —Sí.

—¿Dónde me extrañaste? —preguntó Rodrigo.

Gemio se señaló el pecho: —Aquí, en el corazón.

Luego le dio un tierno beso en la mejilla.

Rodrigo sintió la húmeda sensación del beso del pequeño.

Y notó un peculiar aroma.

Rodrigo frunció el ceño: —¿Qué cenaste esta noche?

Gemio inclinó la cabeza pensativo: —Comí... pan y tomé sopa.

Rodrigo estuvo a punto de reír ante la respuesta de su hijo. ¿Quién no sabría que había comido pan?

—¿Y qué más?

Gemio reflexionó un momento: —También comí algo «oloroso», pero estaba muy dulce.

Rodrigo estaba desconcertado.

¿«Oloroso»?

Dalia, al
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