Los celos me matan

—Si no levantas tu trasero ahora mismo... me iré sin ti, y olerás como un adolescente que ha hibernado en un saco de dormir durante las últimas diez semanas.

Sasha levantó la cabeza al oír las palabras de Grace. Estaba sentada al final de la cama, con dos toallas rosas en la mano y dos uniformes diferentes. Tenía el pelo desordenado y la cara pálida y manchada.

Tenía un aspecto tan desaliñado que Sasha casi se ríe.

—Sí, sí, sí, lo tengo, pelirroja—, murmuró Sasha, pasándose una mano por el pelo, sólo para que sus dedos se enredaran en nudos. Se levantó de la cama y echó las sábanas hacia atrás.

—Tienes un aspecto sorprendentemente bueno. Debes de ser una persona mañanera—, observó Grace, lanzando una toalla a los brazos de Sasha, que resopló en voz alta.

—Ojalá pudiera decir lo mismo de ti—, bromeó Sasha, poniéndose de pie, el extremo de su camisón caía alrededor de sus muslos. Era sorprendentemente ligero para las seis de la mañana.

—muy gracioso—, espetó Grace, pero el brillo humorí
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