Antonio, aunque más joven que Aman, era serio y decidido en su deseo de convertirse en su suegro. Para complacer a su futuro yerno elegido, dio un paso adelante y cortésmente susurró: “Señor Ramovic, ten por seguro que Jilian ha estado esperando ansiosamente tu llegada. Ella te admira mucho, pero al ser joven puede parecer un poco tímida. Si hay alguna deficiencia más adelante, no se lo tome en serio”.

Aman asintió levemente con una sonrisa, comentando casualmente: “Tengo más de treinta años de diferencia con la Señorita Jilian, por lo que, naturalmente, seré más comprensivo y complaciente con ella”.

Antonio estaba encantado y decía repetidamente: “¡Eso es bueno, eso es bueno! ¡Señor Ramovic, entre a la mansión para que podamos charlar tranquilamente!”.

Aman asintió concordando y fue acompañado por Antonio cuando cruzó la puerta hacia la mansión.

Mientras caminaban, Aman miró alrededor de la mansión de Antonio y comentó casualmente: “Antonio, la mansión Zano es un poco pequeña y es