Inspirada por el discurso de Dorothy, Quinn trotó de regreso a su salón privado sola con su teléfono celular.

Allí, llamó inmediatamente a Charlie.

En ese momento, Charlie estaba recostado en su sofá reclinable en el hotel. Estaba muy aburrido.

Claire había ido a clase, así que se quedó solo en el hotel sin nada que hacer. Se estaba muriendo de puro aburrimiento.

Los subordinados de Porter habían llegado a Nueva York uno tras otro, pero seguían sin encontrar alguna pista relacionada con Finley. Él parecía haber desaparecido sin dejar rastro, sin dejar siquiera su olor.

Al darse cuenta de que Quinn lo estaba llamando, pulsó inmediatamente el botón para contestar la llamada.

La voz dulce de Quinn llegó a sus oídos. “Hermano Charlie, ¿estás ocupado?”.

“No…”. Charlie estiró su espalda y se rio. “Solo estoy siendo perezoso. ¿Qué pasa? ¿Pasa algo malo?”.

Quinn dijo en un tono algo coqueto: “Es así, Hermano Charlie… pronto iré a Estados Unidos y pasa que la Cámara de Comercio Oskian