Yashita había estado buscando por mucho tiempo a Rosalie. Aunque siempre había estado poco dispuesta a rendirse, en el fondo, ella también había sentido vagamente que las posibilidades de que pudiera encontrar a su hija nuevamente eran muy escasas.

Ella incluso había llegado a aceptar el hecho de que su hija probablemente había muerto en el accidente. Sin embargo, la fuerza principal impulsora generada por el amor maternal en lo profundo de su corazón la había impulsado a seguir buscando a su hija porque esa era su única esperanza.

Durante este tiempo, Yashita sintió que estaría dispuesta a pagar cualquier precio con tal de que su hija pudiera seguir viviendo. Incluso estaría dispuesta a aceptar que su hija había tenido que acabar herida y paralizada. Ella estaría satisfecha con tal de que su hija siguiera viva.

Sin embargo, ella realmente no se habría atrevido a imaginar que su hija no solo estaría parada frente a ella, completamente intacta e ilesa, sino que incluso habría logrado