Capitulo 44

Entrada la noche, Freya caminaba con paso seguro por los pasillos del templo hasta la entrada del lugar. El espectro estaba ocupado buscando el acceso a ese calabozo sin llamar la atención de su hermana. Mientras que ella hablaba con el Eitak al que le pertenecía su alma.

Más no lo haría con su aspecto actual, no. Ya había tomado prestado la imagen de otra chica muerta del asentamiento que destruyó. Una con ojos grises y cabello negro sobre la barbilla. Letal. Un gran contrincante, lástima que Freya no tenía la sangre donde ella pensó.

– Fitz. – saludó la pelinegra, sentándose junto al hombre en los escalones del templo.

Las sombras estaban cubriéndolos de cualquier ojo curioso del templo. I

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