CYDILER
"Los mapas y planos son de asentamientos de esa mujer con sus respectivos números de soldados."
– ¿Cuántos?
– Más de mil hombres elementales y otros miles de naturales. Todas personas que murieron en su territorio a lo largo de los años.
– Un ejército de muertos.
Apoyo uno de mis mapas en el mesón de la cocina y frunzo el ceño ante nuestros propios asentamientos. La mayor parte está en Dimitrows y Eitak, y Rash está intentando agregar los Kalinich, pero no es suficiente. Nuestro número sigue siendo menor, además que está el asunto de la falta de experiencia po
Años más tarde...Cuando Fernanbeth puso un pie en el cuartel de entrenamiento del territorio Eitak, de inmediato, supo que nada en ese día sería como lo era antes. Algo trascendental lo iba a cambiar todo, un hecho que podía sentirse en el aire. Y dicho hecho se hizo realidad cuando, al abrir las puertas del lugar, la primera imagen que recibió fue la de los hijos de su hermano y su cuñada, cubiertos con una armadura similar a las de Francis Tetzaco y con una mirada determinada que los hacía lucir letales.El mayor de los Tetzaco, con sus ojos multicolor, miraba todo el lugar con severidad, un sentimiento tan neutro que la golpeó con una sorpresa tan dolorosa que lo único que no le dolió fue el golpe de fuerzas que sintió en su
CYDILERMe despierto justo en el instante en que la pesadilla es tan abrumadora que me siento ahogada en mi propia habitación. Me siento en la cama aletargada por el cansancio que tenía y mientras me levantaba limpiando mis ojos, vi la hora.4:30AM.Se leía en el reloj de mesa que teníamos en la habitación.Busque a tientas el cuerpo de alguien junto a mí, pero la soledad absoluta me recibió, sorprendiéndome. Tomé rápidamente del suelo la camisa del hombre con el que estuve, coloque mi ropa interior con manos temblorosas por el frio que sentía en todo el departamento y salí rápidamente al baño. Mis manos volvían a estar cubiertas de sangre y eso no era un buen
ANKAElric dejó todos los pergaminos en la mesa como se lo pedí hace unos instantes y luego salió de la oficina con la mirada baja; mostrando el respeto que todos los Shinsuke me tienen desde el despertar.Tomo asiento en la silla del escritorio con la mirada puesta en la ventana de la habitación, los rayos del sol entrando a raudales por ella recordándome de forma constante el paso de los días. La forma en la que la noche se acerca y el día termina de nuevo, como cada día se vuelve semana y cada semana en mes, hasta que finalmente llega el año y la verdadera línea de tiempo comienza poco a poco a llegar a su final.Eso me recuerda constantemente lo limitados que estamos de tiempo y a la vez me hace ver lo afortunado
ELRICCada vez que ese niño viene aquí mi madre se encierra por días en esa oficina y no sale hasta que considera que ha encontrado algo útil. Sigo sin entender los constantes motivos de su visita a este lugar, sí, sé que es el hijo de Nosyht, el dios de la muerte. Pero ese niño lo único que logra al venir es preocuparnos a todos más de la cuenta.Con cada visita las personas creen que el final está cerca y les aterra el simple hecho de salir de sus casas por días.Él alteraba el orden natural de nuestras vidas."Esos pensamientos, Elric".Me reprende mi madre en mi mente. La miro apenado, y desv
MENMARecuerdo que en mis primeros años de juventud estaba leyendo siempre en cualquier lugar de mi ciudad, encontraba amigable cada esquina o salón cubierto de silencio y me encantaba la sensación que mi cuerpo sentía al pasar las manos por cada página mientras las leía, era algo único e inigualable para mí. Una sensación que nunca podré olvidar. Pero lo que más recuerdo de esos días y sigo relacionando con la actualidad es un verso que decía:Las memorias son islas en el océano del olvido.Un verso que ahora, mientras observo a cada uno de estos jóvenes representantes de las categorías del renacimiento he logrado comprender del todo.No recuerdo el autor o el texto en el que lo extraje, pero siempre he gua
CYDILERMiro al chico a mí lado con asombro, al igual que todos los demás, y se notaba sumamente tenso allí sentado en la silla en medio de todos nosotros. Su vista estaba puesta en la madera, sus manos apretadas en puño y los músculos de su mandíbula se apretaban con tanta fuerza que me aterraba el pensar que podría rompérsela.Era cierto, entonces; pero ¿Por qué nunca me lo dijo?¿Por qué mantenerlo durante tanto tiempo oculto?¿Cuándo lo supo? ¿Qué tanto sabe?– Gail. – murmuré intentando tomar su mano.
ANKAHoy es uno de esos días.Las líneas ley de la tierra están fuera de control, ninguna familia salió de casa luego del anochecer; los elementales cesaron sus entrenamientos de forma abrupta inmediatamente al sonar la última campanada de la tarde y todo el territorio se encuentra en silencio. Todas las personas están aguardando afuera, listas para honrar a todos los muertos que este día trae consigo cada cien años.– Mamá, todos los guardianes están afuera esperando. – anuncia mi hijo desde la puerta de mi despacho en el cuartel central.Le indiqué con mi mano que en poco lo alcanzaría; siendo esa una señal suficiente para é
Justo en ese momento. Amateur terminaba de entrenar en una de las cámaras del templo, su ropa de combate plateada rasgada en algunas partes por el arma de sus enemigos simulados y el sudor perlando su frente fue la imagen que Lester recibió de la vigilante del cielo al entrar.Ella tenía el cabello amarrado en una coleta, respirando de forma acelerada mientras observaba el blanco de madera frente a ella, atravesado tantas veces con sus cuchillos de magia negra que no quedaba ninguna marca de lo que alguna vez fue el centro del mismo.La mano de la vigilante estaba enguantada con cuero negro para evitar ser lastimada por el arma. Su figura esbelta se regocijaba al contacto del sol colándose por el techo traslucido del lugar y ella cerró los ojos un momento, relajando su respiración.