Perla Despierto lentamente, sintiendo el suave roce de las sábanas de algodón contra mi piel. La cama es tan acogedora que no quiero levantarme y mi cuerpo se siente lleno de pesadez. Cuando abro los ojos veo un techo que no es el de mi habitación. Confundida me siento en la cama y miro a mi alrededor, es una habitación gigante y elegante, totalmente diferente a la habitación donde yo duermo, entonces un sentimiento de confusión y desconfianza me inunda. ¿En dónde estoy? Cuando volteo a mi lado derecho, me encuentro a Elisa sentada en uno de los sofás mientras me mira con una pequeña sonrisa acogedora. —Despertares… —dice ella levantándose del sofá. —¿Dónde estoy?, ¿sigo en la villa? —pregunto pestañeando. Elida se detiene a mi lado. —Sí, bambina. Estás en la habitación de Fabiano. Abro los ojos y vuelvo a mirar a mi alrededor. —¿Qué? —miro la cama y lo que llevo puesto. Estoy en la cama de Fabiano, envuelta en una bata de dormir. La luz que entra por la ventana se fil
FabianoObservo a Fiorella, Leonor y Elisa en la habitación, cada una con su propia preocupación reflejada en sus rostros, debido al escándalo que Fiorella está haciendo, y la verdad la entiendo. Pero anoche tenía que estar seguro de que Perla estuviese bien por la cantidad de droga que le suministraron, si digo que no me preocupaba estaría mintiendo. Fue fuerte lo que anoche vi en esa habitación. Sé que necesitaba hablar con Perla a solas, así que tomé una respiración profunda y me dirijo a ellas. —Fiorella, cálmate, ve a mi despacho y hablamos allá —le indico. Fiorella me mira roja por el enojo y sin decir nada, fulmina con la mirada a Perla, se da la vuelta y con pasos molestos se marcha de la habitación. Esta vez miro a Leonor y a Elisa. —Leonor y Elisa, ¿podrían dejarnos solos un momento? Necesito hablar con Perla en privado —les pedo, tratando de mantener la voz firme, pero calmada.Leonor y Elisa intercambian miradas antes de seguir fuera de la habitación. Una vez que la p
Perla Al salir de la habitación me encuentro con Leonor y Elisa, quienes me miran, detrás de mí lo hace Fabiano, pero él se marcha sin agregar nada, mientras mantiene una expresión de pocos amigos. Me imagino que es por las molestias de Fiorella. —Perla, Fabiano me contó todo lo que sucedió —dice Leonor, quien me agarra las manos y me mira preocupada—. Si necesitas ayuda me dices, si necesitas hablar no dudes en acercarte a mí. Conozco un psicólogo, si necesitas uno. Le regalo una sonrisa amable y aprieto sus manos. —Gracias, Leo. Lo tendré en cuenta —suelto las manos de Leonor y me acerco a Elisa, quien me mira con una sonrisa amable—. Muchas gracias, de verdad usted ha sido un ángel para mí, señora Elisa. No sé como agradecerte —no dudo en rodearla con mis brazos y darle un fuerte abrazo. Elisa también me abraza y da suaves palmadas en mi espalda. —Tranquila, Perla. Siempre que pueda te voy a ayudar. Sé que eres una buena mujer —deja de abrazarme y me mira sosteniendo un
Perla Me levanto lentamente de la cama, todavía sintiendo el peso de la noche anterior, pero decidida a seguir adelante. Agarro mi teléfono y reviso si tengo algún mensaje de Leonor o mi jefe. Pero al ver que no tengo ninguna notificación, decido ir al baño, darme una ducha rápida y luego me voy al armario para elegir la ropa adecuada para el almuerzo. Busco algo que me haga sentir cómoda, entre la ropa nueva que compré escojo un vestido sencillo pero elegante, que refleja una mezcla de formalidad y comodidad, además es solo un almuerzo, pero de igual manera siempre debo vestir bien y mucho más si estaré bajo la sombra de mi jefe.Después de vestirme, me miro en el espejo, tratando de armarme de valor. Luego de lo que hice, realmente tengo vergüenza por verle la cara, hizo mucho por mí a pesar de que fue mi culpa por llegar allí.Tomo una respiración profunda y salgo de la habitación, caminando hacia el despacho de Fabiano.Marco su número y enseguida me responde.Llamada.—Te escuch
Fabiano Antes de irme a Italia debo hablar de unos asuntos importantes con el padre de Fiorella. Aparte del negocio que tenemos con el matrimonio entre Fiorella y yo—qué es un acuerdo prácticamente desde que nacimos—, también comparto otros intereses con él, entre esos el de lavado de dinero. Somos socios en varios negocios y la verdad, son bienes que Alberto tenía con mi padre, así que yo los he heredado. Esta noche los he invitado a una cena y aunque sé que Fiorella está molesta conmigo, debo invitar a sus padres, ya que al invitarlo a una cena como la he mandado a organizar, eso incluiría a su madre y por supuesto a Fiorella. Una cena familiar. Además, tanto Alberto como Fabiola, no tienen la culpa de que Fiorella este molesta conmigo. Necesito tener una conversación con Alberto sobre su negocio con la venta de los hoteles en Nueva York. Mi padre siempre confió en Alberto, y por supuesto yo lo hago, pero siempre estamos aclarando cuantas. Quizás por esa razón nunca hay desconfia
Fabiano Cuando Alberto y yo, estamos por acabar con nuestra conversación, dos toques a la puerta nos interrumpe. Por supuesto sé quién es la responsable, es imposible no conocer cuando Fiorella es quien toca a la puerta, aunque algunas veces no lo hace. —¡Adelante! —expreso todavía sentado en el sillón. Alberto libera un suspiro suave. —Bien, entonces todo queda así. Por favor, si necesitas algo no dudes en levantar el teléfono y llamar —avisa Alberto con una voz paternal. Afirmo. —Sí, sí, tengo por seguro —respondo. De repente, la puerta se abre suavemente y Fiorella entra con una sonrisa radiante en su rostro. Antes de que pueda decir algo, ella se acerca y me da un beso en la mejilla, lleno de cariño. Como si nada hubiera sucedido el día de ayer. Como si se le hubiera olvidado, qué me hizo una amenaza. Quizás para ella no es tan relevante, pero en nuestro mundo, las palabras tienen un peso. ¿Acaso piensa que me irá de lo peor si no me caso con ella?, ¿o lo decía para
Perla Con el corazón palpitante y una maleta a mis pies, observo la habitación, comprobando que no se me quede nada. Antes de hacer la maleta hice una lista, que por supuesto rectifiqué, pero todo está muy bien y creo que no se me queda nada. Justo en ese momento, escucho que tocan la puerta repetidas veces. No pierdo el tiempo y me acerco para abrir. Enseguida me encuentro con los rostros de Angela y la señora Elisa. —Nos hemos robado un momento en el trabajo para despedirnos de ti —dice Angela entrando a la habitación con una amplia sonrisa. —¿No olvidas nada? —pregunta Elisa, con la mirada en dirección a mi maleta rosa y entrando a la habitación. Con una suave sonrisa la miro. De pronto recordando a mi abuela. Ella era así conmigo. —No —respondo—. Ya he comprobado y no se me queda nada —dulce, le sonrío. —Muy bien —me mira—. Solo venía a ver como te sientes, ¿es la primera vez subiendo a un avión? Afirmo una sola. —Sí, señor —sonrío con nervios. —Tu tranquila, to
Perla La luz del sol se filtra suavemente a través de las grandes ventanas del Spa, creando un ambiente cálido y acogedor. Siento una mezcla de emoción totalmente llena de desconfianza mientras camino al lado de Fiorella. A pesar de que su sonrisa es deslumbrante, no puedo evitar sentirme un poco incómoda. No la conozco bien, y hay algo en su mirada que me hace dudar, muchas después del escándalo que armó cuando me consiguió en la habitación de Fabiano. La verdad, si la comprendo. —Vamos, Perla, te va a gustar —me dice, con un tono que intenta ser animado, pero que solo infunde más nervios en mi estómago. Entramos al área de meditación y, en el fondo, veo a Fabiola, la madre de Fiorella y a quien tuve el placer que conocer en la fiesta de los Greco. Está en una postura de yoga, con los ojos cerrados y una expresión de paz absoluta. Me siento un poco fuera de lugar, como si estuviera interrumpiendo un momento sagrado. Fiorella se acerca a su madre y, con un suave toque en el homb