Capítulo 39

Su corazón se congeló, y su sangre comenzó a correr más rápido, su boca se volvió seca y sintió que sus rodillas le fallarían en cualquier momento.

La mano de François aún la mantenía firme detrás de su gran cuerpo, y en ese momento ella se maldijo por haber liberado a Aeron.

El hombre con un tatuaje levantó su cuchillo, que brillaba en la luz del poste, y ella temió por la vida de ambos.

Rosalie miró al bandido que parecía ser el líder, su mirada era negra y maléfica, él sostenía el cuchillo de modo amenazador, y la miró directamente.

Entonces él dijo, en una voz terrible.

— Aléjate de la mujer, o te mataré.

Los otros dos hombres estuvieron de acuerdo con lo que decía su líder, y también sacaron sus cuchillos.

Su corazón latía descompasado, sintiendo que era su fin, y si no hacía nada sería el fin de aquel hombre que intentaba protegerla.

— No la tendrás. — Rebateu François.

Su cuerpo estaba tenso, su mirada firme en su adversario que sostenía aquel cuchillo, los ojos de aquel bandid
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