Capítulo 512
Daniela sintió que le fallaban las piernas. Aunque sus manos seguían rodeando el cuello de Diego, su cuerpo juvenil y curvilíneo se había rendido contra el de él.

Diego rodeó su cintura con el brazo, sosteniéndola y atrayéndola hacia sí.

Daniela, con el rostro completamente rojo, lo apartó.

Sus labios se separaron. Diego miró los labios de ella, ahora brillantes y enrojecidos por sus besos.

—¿Qué pasa? —preguntó con voz ronca.

Los ojos húmedos de Daniela lo miraron con timidez, mientras lanzaba una rápida mirada hacia sus pantalones.

—Me estás... presionando.

Diego no supo qué decir.

Daniela descubrió con sorpresa que parecía haberse sonrojado.

Quién hubiera pensado que alguien tan frío como él también podía sonrojarse.

Daniela sonrió.

—¿Te has sonrojado, Diego?

—No —negó él.

—¡Claro que sí! Obviamente estás sonrojado —insistió Daniela, intentando tocar su rostro.

Diego esquivó su mano.

—Ya basta.

Daniela se acercó a su oído y susurró:

—Diego, ¿quieres que te ayude como la última vez?

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