Mateo extendió la mano intentando apartar a Luciana, pero ella lo abrazaba con fuerza. Desde los brazos de Mateo, Luciana le dirigió a Valentina una radiante sonrisa.Era una sonrisa desafiante y triunfal.Valentina permaneció impasible.—Valentina, ¿has venido a verme? —preguntó Luciana.Valentina ignoró a Luciana y miró directamente a Mateo.—Señor Figueroa, necesito hablar con usted.Mateo no esperaba que Valentina viniera a buscarlo e intentó levantarse.Pero Luciana lo abrazaba con fuerza, impidiéndole moverse.—Mateo, no te vayas, mi corazón no está bien...—Luciana, deja de actuar —dijo Daniela enojada.Luciana seguía aferrada a Mateo.—Mateo, no te vayas. Prometiste quedarte conmigo. No quiero que te vayas.Mateo frunció el ceño.—Luciana, suéltame. Volveré enseguida.—No quiero, no te dejaré ir.Luciana miró a Valentina con aire desafiante.Los ojos claros de Valentina permanecieron fríos y serenos. Miró a Luciana desde arriba con cierta burla en su mirada. "¿Luciana, esto es
Al hablar de aquella experiencia pasada, las facciones aristocráticas de Mateo se suavizaron.—Sí, hace muchos años, un día estaba gravemente herido y me perdí en un bosque. Fue Luciana quien me salvó. Sin ella, yo no estaría aquí hoy. Ella es quien me salvó la vida.Valentina encontró la situación irónicamente graciosa y sonrió. No podía definir exactamente lo que sentía, solo que su corazón dolía y a la vez experimentaba una sensación hormigueante.Siempre había pensado que él la había olvidado.Siempre había creído que él la había olvidado a ella.Pero resulta que nunca la olvidó.Todavía la recordaba.Durante todos estos años, la había mantenido en su corazón.El amor correspondido era algo maravilloso, incluso si él había confundido a la persona.Valentina levantó su pequeño rostro hacia él.—¿Recuerdas lo que dijiste en aquella cueva?Mateo asintió.—Dije que me la llevaría conmigo, que le daría un hogar, que nunca la abandonaría.Mateo miró profundamente a Valentina.—Durante to
—Daniel, ¿cómo estás? ¿Has comido bien? ¿Alguien te ha maltratado?Mateo observaba a Valentina. Su rostro reflejaba genuina preocupación por Daniel, una preocupación imposible de fingir.Mateo dio la espalda, no quería ver ni escuchar.—Valentina, estoy bien, no te preocupes. El señor Figueroa me ha tratado muy bien desde que me trajo aquí, con buena comida y todo. Creo que hasta he engordado —bromeó Daniel.Valentina sabía que Daniel intentaba tranquilizarla. Esbozó una leve sonrisa.—Daniel, aguanta un poco más. He aceptado operar a Luciana, después de eso podrás salir.Daniel guardó silencio por un momento. No preguntó a Valentina el motivo, apoyaba cualquier decisión que ella tomara.—Está bien, no te preocupes por mí, estoy bien.Valentina sostenía el teléfono mientras contemplaba las luces de la ciudad a través de la ventana.—Daniel, después de operar a Luciana, vámonos de aquí. Ya no quiero quedarme en Nueva Celestia.Al escuchar estas palabras, el cuerpo elegante de Mateo se t
Daniela estaba emocionadísima. Sabía que Valentina tendría formas de enfrentarse a la impostora de Luciana.Solo pensar en cómo Luciana se había hecho pasar por Valentina, dándose aires de grandeza, hacía que a Daniela le rechinaran los dientes. El día en que Luciana fuera desenmascarada sería realmente espectacular.Pero...Daniela miró a Valentina.—Valentina, ¿y qué hay del señor Figueroa? ¿Qué piensas hacer con él?Mateo todavía no sabía que aquella chica de años atrás era Valentina. ¿Qué pensaría cuando lo descubriera?¿Y qué planeaba hacer Valentina respecto a Mateo?—Daniela, estoy cansada —respondió Valentina en voz baja—. Todos estos años amando a Mateo me han agotado.Quería irse de allí.En realidad, ella nunca había pertenecido a ese lugar. Solo había venido por Mateo.Ahora se marcharía.—Valentina, el señor Figueroa ha estado engañado por Luciana todos estos años. Podemos decir que ha estado ciego, pero él también es una víctima. No sabía que eras tú —Daniela intentaba de
Luciana y Catalina ya estaban soñando con el futuro.Luciana sonreía radiante.—¡Qué maravilla! Ahora solo estoy esperando el día en que Valentina me opere.Mateo permanecía solo en el pasillo. No se marchó de inmediato, sino que se quedó allí, de pie.La tenue luz del corredor del hospital se derramaba sobre sus hombros, envolviéndolo en una suave sombra.En ese momento, Fernando se acercó.—Presidente, ¿regresamos esta noche a la empresa o a Monte Mágico?Mateo apenas movió sus finos labios.—Regresa tú primero.—Sí, presidente —respondió Fernando antes de marcharse.Mateo se acercó a la ventana. En sus oídos resonaba la conversación telefónica entre Valentina y Daniel. Valentina había dicho que ya no quería quedarse en Nueva Celestia, que se iba a marchar, que Daniel la llevaría.Ella llevaba en su vientre al hijo de Daniel. Seguramente serían muy felices juntos.Él, por su parte, tenía a Luciana, una responsabilidad ineludible. ¿Terminaría casándose con Luciana?Cada uno seguiría s
Diego seguramente entendía a qué se refería ella, ¡y aun así había admitido tan descaradamente que había llevado a más de una chica!Diego no esquivó el golpe. El puño de Daniela impactó directamente contra su pecho.Qué duro.Daniela sintió dolor en su propia mano. La retiró con una mueca de dolor.—¿Qué comes para crecer así? ¿Por qué estás tan duro? Me duele la mano —se quejó enfadada.Diego miró su mano. Efectivamente, aquella delicada mano que nunca había conocido el trabajo duro estaba enrojecida.Diego esbozó una ligera sonrisa.—¿Por qué me golpeas?Daniela lo miró furiosa.—¿Tú qué crees?—No lo sé —respondió Diego.—Sigue fingiendo. Dime, ¿a qué chicas has llevado en tu moto?Diego la miró.—A mi madre y a mi hermana.Las pestañas de Daniela temblaron y su pequeño rostro ovalado se sonrojó al instante. Había pensado que se trataba de otras chicas, pero eran su madre y su hermana.—...Daniela se quedó sin palabras.Diego, al ver su expresión desconcertada, que la hacía parece
Daniela sintió que le fallaban las piernas. Aunque sus manos seguían rodeando el cuello de Diego, su cuerpo juvenil y curvilíneo se había rendido contra el de él.Diego rodeó su cintura con el brazo, sosteniéndola y atrayéndola hacia sí.Daniela, con el rostro completamente rojo, lo apartó.Sus labios se separaron. Diego miró los labios de ella, ahora brillantes y enrojecidos por sus besos.—¿Qué pasa? —preguntó con voz ronca.Los ojos húmedos de Daniela lo miraron con timidez, mientras lanzaba una rápida mirada hacia sus pantalones.—Me estás... presionando.Diego no supo qué decir.Daniela descubrió con sorpresa que parecía haberse sonrojado.Quién hubiera pensado que alguien tan frío como él también podía sonrojarse.Daniela sonrió.—¿Te has sonrojado, Diego?—No —negó él.—¡Claro que sí! Obviamente estás sonrojado —insistió Daniela, intentando tocar su rostro.Diego esquivó su mano.—Ya basta.Daniela se acercó a su oído y susurró:—Diego, ¿quieres que te ayude como la última vez?
Diego miró a Esteban y lo llamó: —Director Cruz.Esteban era el director de la escuela, y Diego era su estudiante; todos los conocían.Esteban asintió levemente y luego extendió la mano hacia Daniela: —Daniela, vamos a casa con papá.Daniela miró a Diego por un momento; ella había planeado que Diego la acompañara a casa, pero ahora que su padre había llegado, no tenía más remedio que irse con él.Daniela se acercó al lado de Esteban.Esteban miró a Diego y dijo amablemente: —Diego, ya es muy tarde. Vamos juntos, te llevaré a casa primero.Diego rechazó la oferta: —Gracias, director Cruz, puedo regresar solo.Esteban asintió: —Entonces ten cuidado en el camino. Si necesitas algo, contáctame.Después de decir esto, Esteban se dio la vuelta con Daniela.Daniela giró la cabeza para mirar a Diego una vez más y, con tristeza, le dijo adiós con la mano.Diego permaneció inmóvil, observando cómo Daniela se alejaba....Daniela y Esteban iban sentados en un lujoso auto con el chofer al volante.