Capítulo 404
El rostro aristocrático de Mateo no reveló ninguna emoción. Con voz indiferente, respondió: —Todavía no.

Catalina insistió: —Señor Figueroa, hay que darse prisa con este asunto. La condición de Luciana no puede esperar más.

Ángel añadió: —Es cierto, señor Figueroa. Esta vez pudieron reanimar a Luciana cuando se desmayó, pero ¿qué pasará si la próxima vez no pueden salvar a mi hija?

Mateo respondió: —Lo tengo presente.

En ese momento, sonó la melodiosa tonada de un teléfono.

Mateo sacó su móvil: —Voy a atender esta llamada.

Mateo salió de la habitación.

Luciana observó pensativa la figura de Mateo alejándose.

Entonces Fernando entró: —Señorita Méndez, ya he completado los trámites para su ingreso. Puede quedarse tranquila.

Fernando se disponía a marcharse.

Pero Luciana lo detuvo: —Fernando, espere un momento.

Fernando se detuvo y respondió cortésmente: —Señorita Méndez, ¿necesita algo más?

Luciana dijo: —Fernando, ya estoy al tanto de lo ocurrido. Mateo me lo ha contado todo.

Fernando s
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