Seguro que ella hizo algo, un contraataque perfecto para rescatar a Camila.Valentina aún no había colgado el teléfono cuando Daniela ya escuchaba la voz de Mateo.—Valentina, ¿dónde están tú y el señor Figueroa ahora? —preguntó Daniela.—Nosotros... —comenzó Valentina.—¡Valentina, ya vi el auto del señor Figueroa!Al segundo siguiente sonaron unos golpecitos en la ventana. Daniela había corrido hasta allí y estaba tocando el cristal.Valentina no esperaba que Daniela estuviera tan cerca. Aunque los vidrios polarizados impedían ver el interior, la repentina aparición de Daniela la sobresaltó, pues seguía sentada sobre Mateo, ambos en un abrazo íntimo.En ese momento, la voz magnética y ronca del hombre resonó:—Valentina.Él la estaba llamando por su nombre.Valentina lo miró.—¿Qué pasa?—Suéltame.—¿Qué?Mateo bajó la mirada. En su torso musculoso se enredaban con fuerza dos piernas blancas y delicadas. Con el susto, ella instintivamente había apretado el agarre.Mateo tragó saliva.
Valentina le dio un gran abrazo a Camila.—Camila, estos días han sido difíciles para ti.Camila se veía en buen estado de ánimo.—Estuve comiendo, bebiendo y durmiendo bien a costa del Estado. Todo perfecto.Las tres rieron.En ese momento, Aitana se acercó. Miró a Valentina con rencor. Originalmente había planeado usar a Camila para fastidiar a Valentina, pero nunca imaginó que Valentina le daría la vuelta a la situación. No podía aceptarlo.Sin embargo, Aitana sabía que Mateo sentía algo por Valentina, especialmente después de aquella noche, cuando la persona que estuvo con Mateo fue Valentina. Por eso, cuando vio el mensaje que Valentina había enviado, entró en pánico.Había mandado investigar y confirmó que Valentina realmente había ido a buscar a Mateo al Grupo Figueroa, y que poco después Mateo se había marchado con ella en su lujoso automóvil.Estaba aterrorizada.No tuvo más remedio que ir a la comisaría, retractarse y liberar a Camila.El rostro hermoso y aparentemente inocen
Mateo no dijo nada, y Aitana no podía adivinar los pensamientos de aquel hombre ni lo que estaba pasando por su mente.—Señor Figueroa, aquella noche fui yo, te entregué mi primera vez...Antes de que pudiera terminar, Mateo ya había pisado el acelerador y el lujoso automóvil se alejó velozmente.—¡Señor Figueroa!Aitana permaneció inquieta en el mismo lugar, temerosa de que Mateo hubiera descubierto la verdad.En ese momento, dos guardaespaldas vestidos de negro se acercaron repentinamente, la agarraron del brazo y comenzaron a arrastrarla.Aitana gritó aterrorizada:—¿Quiénes son ustedes? ¡Suéltenme!—¡Entra! ¡La señorita Méndez quiere verte!Los dos guardaespaldas la metieron bruscamente en una lujosa camioneta.Al levantar la mirada, Aitana vio a Luciana, quien la observaba con rostro hermoso pero frío.El corazón de Aitana se hundió. Había oído hablar de Luciana; todos en Nueva Celestia sabían que era la favorita de Mateo.A Valentina, una señora Figueroa sin privilegios, Aitana n
Luciana apretó los puños con tanta rabia que sus uñas se clavaron en sus palmas sin que sintiera dolor.Catalina, con el rostro sombrío como agua turbia, miró a Aitana arrodillada.—¿Eso es todo lo que sabes hacer? Si no puedes lidiar con Valentina, entonces no tienes razón para seguir existiendo.Aitana se apresuró a responder:—¡Puedo hacerlo! ¡Ya he pensado en un nuevo plan para enfrentarme a Valentina!Catalina resopló con desdén.—Entonces veamos tu actuación. Puedes irte.Aitana huyó despavorida.—Mamá, ¿por qué dejaste ir a esa impostora?Catalina sonrió enigmáticamente.—Luciana, el señor Figueroa aún no sabe que la mujer de aquella noche fue Valentina. Podemos aprovechar este tiempo, antes de que descubra la verdad, para dejar que Aitana se ocupe de Valentina. Nosotras solo tenemos que esperar y recoger los frutos.Luciana se calmó. Era cierto, Mateo todavía no sabía que la mujer de aquella noche había sido Valentina.Aún había tiempo.—Mamá, qué inteligente eres.Catalina abr
¡Era ella!¡Era Valentina!Pero él se había equivocado de persona.Al recordar toda la frialdad y las humillaciones que le había hecho pasar a Valentina, sintió deseos de abofetearse a sí mismo.Aquel día en la enfermería, cuando la había empujado contra la cama, ella, con lágrimas en los ojos, le había dicho que lo detestaba. Se había sentido tan ofendida.¡Mateo, deberías morir!Todos los músculos de Mateo se tensaron. Su rostro se ensombreció, pero pronto sus labios finos se curvaron en una sonrisa......Camila regresó al apartamento y durmió profundamente. Al día siguiente, Valentina y Daniela llevaron a Camila de compras.Las tres llegaron al centro comercial y entraron en una tienda de accesorios. Valentina se interesó por unos pasadores para el cabello.Pasadores juveniles en colores pastel: fresas rosas, sandías verdes, limones amarillos... todos muy coquetos.—Valentina, estos pasadores te quedan muy bien. Compra el amarillo —sugirió Daniela.—Creo que el rosa también es boni
—Señor Figueroa —dijo Aitana con timidez—, mañana es mi cumpleaños y quiero organizar una fiesta. ¿Podría asistir?Aitana ahora era una estrella muy popular, cada uno de sus movimientos era seguido por medios y fans. Si el magnate empresarial y el hombre más rico de Nueva Celestia, el misterioso Mateo, asistiera a su fiesta de cumpleaños, su fortuna y fama estarían aseguradas de por vida.Los ojos cristalinos de Valentina se posaron sobre Mateo, quien asintió brevemente.—De acuerdo.Había aceptado asistir a la fiesta de cumpleaños de Aitana.Aitana estaba eufórica.—Gracias, señor Figueroa.—Ya que estás embarazada, deberías cuidar bien tu salud. Es mejor que te vayas a descansar.Estas palabras de aparente preocupación hicieron que Aitana se sintiera aún más feliz. Puso su mano sobre su vientre.—Señor Figueroa, me retiro entonces. No se preocupe, cuidaré bien de nuestro bebé. Nos vemos mañana.Aitana miró a Valentina con aire desafiante antes de marcharse triunfalmente con su asiste
Valentina quedó paralizada. Abrió los ojos con sorpresa. Él había dejado embarazada a Aitana y aún así se atrevía a decirle algo así.—¡Sinvergüenza! —le espetó Valentina, indignada y avergonzada.Mateo la miraba desde arriba. Su largo cabello negro azabache se extendía desordenado sobre el sofá, y en su rostro pálido destacaban unos ojos claros que lo miraban fijamente. Se veía exactamente como en sus sueños.En ese momento, todos sus recuerdos regresaron.Mateo curvó sus finos labios.—¿Por qué me insultas? ¿Dónde está mi falta de vergüenza? Explícamelo.Aunque era elocuente, no sabía insultar bien. Su voz suave y delicada apenas podía formular insultos como "odioso" o "sinvergüenza", como una niña pequeña.Valentina lo miró fijamente.—¿Para qué me has traído aquí? La próxima vez que te atrevas a buscarme, se lo diré a Aitana. Está embarazada de tu hijo y no puede recibir impresiones fuertes. No me obligues a hacerlo.Al mencionar a Aitana, los ojos de Mateo destellaron con frialdad
—Valentina, ¿estás bien? ¿Para qué te trajo el señor Figueroa aquí? —preguntaron Daniela y Camila mientras sujetaban a Valentina.Valentina frunció el ceño. Tampoco entendía qué pretendía ese loco de Mateo. La había llevado a Altabruma para decirle "lo siento", y lo había repetido dos veces.Se comportaba de manera extraña.Pero al recordar el embarazo de Aitana, Valentina no quería perder más tiempo pensando en Mateo.—Daniela, Camila, vámonos.—De acuerdo.Las tres se marcharon mientras Mateo, sentado en el sofá, ocultaba bajo sus párpados el deseo que asomaba en su mirada.En ese momento llegó Fernando, quien informó en voz baja:—Presidente, hemos encontrado la información.Mateo levantó la vista.—Habla.—Resulta que Aitana tiene un novio en su pueblo. Este novio la quiere mucho y trabaja en la construcción haciendo los trabajos más sucios y agotadores para pagar los estudios universitarios de Aitana. Ya han tenido relaciones y el bebé que espera es de su novio.Mateo esbozó una s