Capítulo 205
—¡No puedo! —rechazó Valentina mientras lo empujaba con fuerza.

En ese momento, sin querer, Valentina empujó su mano izquierda y Mateo dejó escapar un quejido de dolor.

Valentina se detuvo. —¿Qué te pasa?

Mateo la miró. —Valentina, me duele la mano.

Mateo levantó su mano izquierda frente a ella.

Valentina sabía que su mano izquierda había sufrido una herida grave, pero no sabía que le habían dado veintitrés puntos. Ahora que le habían quitado los puntos, quedaba una profunda cicatriz en su palma, como una oruga.

Estaban solos en el pasillo, bajo la suave luz amarillenta. Tan cerca que podían escuchar los latidos del otro. Mateo la miró y repitió: —Valentina, ¿la ves? Me duele la mano.

Valentina no entendía por qué mencionaba tanto el dolor de su mano; un hombre como él, que no derramaba lágrimas ni por la sangre, quejándose varias veces del dolor.

Valentina levantó su hermoso rostro para mirarlo. —Es fea.

Se refería con desprecio a la cicatriz en su palma.

Mateo rio con irritación y ba
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