Capítulo 115
Mateo había estado perdiendo toda la noche; su mala racha se reflejaba en la frialdad de sus hermosos rasgos.

Mientras Luciana miraba sus cartas, tenía a su lado un frutero con frutas frescas de temporada. Con sus delicados dedos tomó una uva grande y morada, la peló y acercó la jugosa pulpa a los labios de Mateo.

Sin apartar la vista de sus cartas, Mateo abrió la boca para comer la uva que Luciana le ofrecía.

Luciana se acurrucó contra él como un pajarito y extendió su suave palma para recibir la semilla que Mateo escupió.

Era como una esposa mimosa atendiendo a Mateo.

Los dos herederos rieron —Solo el señor Figueroa puede hacer que la Primera Rosa de Nueva Celestia lo atienda así.

—Dicen que quien tiene suerte en el amor la pierde en el juego, con razón el señor Figueroa no para de perder hoy.

Luciana sonrió coquetamente —Solo saben burlarse de mí.

Desde la puerta, Valentina observaba la escena. Era la primera vez que lo veía salir con Luciana a jugar cartas con sus amigos.

Sintió un
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