—Señor Harlet. Tenemos para usted una carta importante enviada desde su nación —informó el mayordomo en esa mansión, una vez que Jhonn se sentó en un cómodo sofá individual de la sala principal. Una vez el Rey Gorianito, sostuvo la carta en sus manos enguantadas con cuero… ¡Se sorprendió! Era del Lord Francis Garlem. Avisaba que no lograron encontrar a Caroline y que la investigación y pistas seguidas la llevaban a Maita. De inmediato el Rey Gorianito supo que su amada Caroline se encontraba en ese mismo Reino. —Señor Ferlín. Necesito que haga algo por mí —dijo ese joven Rey, con una sonrisa maliciosa. "Así que has tomado esa decisión, Cari… Me sentiría traicionado o decepcionado, si no fuese… Porque te conozco y sabía que no te quedarías sin hacer nada al respecto" "Sin embargo, es inútil, mi amada. Nada de lo que hagas impedirá que cumpla mis objetivos..." Pensó ese Rey Gorianito, para segundos después darle sus indicaciones a ese mayordomo. —Entiendo señor. I
—¡Aquí! ¡Preparen las tiendas!, continuaremos avanzando mañana —dio sus órdenes, el marqués Forsten. Quien se encaminaba rumbo a la frontera con Gorian. ¿Su objetivo? ¡Defender su territorio! Sabía que las tropas de ese Reino enemigo habían estado avanzando desde días atrás. En la oscuridad de la noche, frente a la fogata, después de cenar. El marqués recibió una carta del Rey Landel Lamparth. Nuevamente su sobrino le pedía que no continúe por su cuenta. « Tío, sé que quieres acabar con los Gorianitos por el asesinato a tus hombres y su acercamiento al territorio norte de tu marquesado. Sin embargo, no es la elección correcta. Si tú los atacas primero. Ellos irán con todo contra Maita y aún no estamos preparados para algo así. Déjame intentarlo por medios diplomáticos. Aún debe haber algo que podamos hacer, alguna negociación. No le des motivos válidos a Jhonn de destruirnos. » El marqués Sebastián Forsten, no quiso leer más de esa carta. Con solo ese fragmento le bas
Lady Caroline respiró hondo encontrándose en la elegante habitación de esa casa, su corazón acelerado mientras se ajustaba la peluca oscura y la chaqueta larga, varonil, que había tomado "prestada" en la casa de Yurina. ¡Ella no podía quedarse esperando nada! Lady Caroline con su corazón acelerado, sabía que tenía que actuar. Con pasos sigilosos caminaba por el largo pasillo. Antes de llegar a la sala de estar, pasó por la habitación privada de esa Reina Maitana, misma que comprobó que no tenía seguro. Sus ojos verdes limón, se fijaron en el brillo de un collar de perlas que descansaba sobre un elegante mueble. En un arrebato de desesperación, lo tomó junto con un par de joyas más que encontró en uno de los cajones. "Lo siento Yuri… Después te los pagaré…" Pensó Caroline decidida a huir esa misma madrugada. Con las joyas ocultas en los pliegues de su chaqueta, salió por la puerta trasera. Caroline caminó hasta la capital donde logró pedir un carruaje. El coche
El cielo gris de la tarde se mostraba con relámpagos que iluminaban el campo de batalla, donde las ráfagas de viento se mezclaban con los gritos de los hombres y el impacto de las espadas. Cuatro días habían pasado desde que el marqués de Forsten, con su ambición desmedida, lanzó su ofensiva al Sur de Gorian. "Son pocas tropas, y son dirigidas por el Lord y mano derecha del Rey Jhonn. Si acabo con él, Gorian perdería uno de sus pilares" Ese fue el pensamiento que impulsó al marqués Sebastián Forsten de atacar. ¡UN ERROR! La frontera Norte de Maita se había convertido en un infierno, un escenario de caos y sangre derramada, donde los caballeros luchaban ferozmente, sus armaduras brillando brevemente antes de ser manchadas por ese rojo carmesí. Lord Francis Garlem, el mano derecha del Rey Gorianito, con su espada en alto, dirigía a sus tropas con una determinación inquebrantable. —¡NO PERMITAN QUE LA BASE CAIGA! —se escuchó a ese comandante Gorianito gritar a todo pulmón, an
•••••••••• Al día siguiente. El cielo gris de la tarde, cubría el vasto cielo en el Suroeste de Maita. En la provincia de Zerek, se extendían las vastas propiedades del Linaje Real Lamparth, donde se encontraba el majestuoso castillo que se alzaba imponente en medio de un paisaje natural magnífico. Ahí, dentro de las imponentes murallas, vivían los Reyes retirados, Lance Lamparth y Virginia Wiztan De Lamparth. Ese mismo día, un carruaje llegó a las afueras del castillo, yendo por un hermoso sendero de tierra perfectamente aplanado. De ese glamuroso transporte, descendió un elegante joven, acompañado por sus caballeros, quienes vestían un uniforme verde oscuro con el símbolo emblemático de la casa del Gran Duque Maitano, Brilton. Rehyan Brilton, el joven Gran Duque de tan solo 15 años, fue escoltado por el mayordomo hasta el interior del castillo. —Su alteza. Me alegra volver a verlo~ —sonrió el mayordomo, que conoció a ese Gran Duque desde que era solo un bebé recié
✯✯ Al día siguiente. En la frontera Norte de Maita ✯✯ En el campamento de la base Gorianita, unos kilómetros lejos del área central de la guerra: —¡DÉJAME! ¡ME QUIERO IR DE AQUÍ! —gritaba furiosa Caroline, aún vestida de hombre, ella forcejeaba con uno de los guardianes que dejó el Rey Jhonn para que la vigilen. —¡Entienda por favor, Lady, no podemos hacer eso! —exclamó uno de los hombres. Esa mujer rubia, la cual ya no traía su peluca puesta, lloraba desconsolada. No había dormido absolutamente nada desde que vio la escena del Lord Garlem atravesando con su espada al marqués Forsten. ¡QUERÍA VER A JHONN! Ella quería exigir respuestas, quería ver el cadáver de su padre, quería golpear a Jhonn por no considerar sus sentimientos. ¡Su corazón estaba hecho pedazos! ¿Cómo no estarlo? Se había rendido… Se había dado cuenta que absolutamente nada de lo que hiciera cambiaría la opinión de ese Rey Gorianito. Así que solo le quedaba un camino… ¡UNIRSE A MAITA!
◍✧◍✧ 4 Meses más tarde. ◍✧◍✧ El otoño había llegado a Maita con gran furia, como si la misma naturaleza llorara por el destino de un Reino en ruinas. La lluvia caía en gran manera, cada gota un lamento que se unía al clamor de los hombres y mujeres que luchaban entre el viento, la lluvia y el lodo. Las hojas coloridas en tonos rojos y dorados, se deslizaban por el suelo, mezclándose con la sangre que brotaba de las heridas abiertas de esos soldados en batalla. Un espectáculo atroz y desgarrador; la belleza de la estación se desvanecía en el dolor y la desesperación. En el campo de batalla, las tropas Maitanas se reducían como sombras ante la creciente marea del ejército Gorianito. Los estandartes de la familia Lamparth, que solían ondear orgullosos, ahora se hundían en la tierra lodosa, símbolo de un Reino que se desmoronaba poco a poco. Los gritos de los soldados resonaban en el aire, un eco de valentía y a la vez de desesperación. —¡Por Maita! ¡Por el Rey! ¡Por nuest
Lady Caroline, posó su mano sobre su vientre. Su vientre crecido por su embarazo de ya 5 meses, cada lágrima que se deslizaba por sus pálidas mejillas eran el lamento que vivía día a día. ¡¡Cuatro meses habían pasado desde que su primo, el Rey de Maita, la había obligado a abortar!! Aquella decisión, cruel y despiadada, había justificado su huida, y gracias a la Reina Yurina, había encontrado un refugio. Sin embargo, la paz que le ofrecía este pueblo era solo un espejismo, ya que los ecos de la guerra resonaban en cada rincón de su mente. Gorian no solo había tomado el marquesado Forsten. Al Rey Landel Lamparth, su propia gente le estaba dando la espalda. Mas tarde ese día, mientras disfrutaba del silencio en el corredor, la melancolía se apoderaba de Lady Caroline. Las hojas caídas, doradas y marchitas, se arremolinaban en el viento que se colaba por la ventana, el cielo gris parecía llorar junto a ella, que nuevamente sentía sus lágrimas caer y su corazón romperse un poc