Mateo se había quedado con una cierta inquietud de lo de Leia, y era la culpa, la que lo estaba atormentando, pensaba en todas las veces que la tuvo abandonada a su suerte, sin pensar en las tantas que lo había necesitado y nunca estaba a su lado.No podía echar la culpa a Matías, ni a Sabella, pues incluso desde antes de saber de ella nuevamente, él ponía cualquier excusa para no pasarla al lado de su prometida y la principal que siempre usaba era que, tenía demasiado trabajo, lo cual además era la verdad. Su celular lo sacó de sus pensamientos y él tomó la llamada enseguida.–Hola Mateo, ¿Cómo estás? – Era Sabella, al teléfono – Espero, que no hayas tenido contratiempos hoy con Matías.Su hijo era la única persona que podía robarle todo el tiempo que quisiera, las 24 horas estaban destinadas para él, para cualquier eventualidad que se presentara, porque su mundo, giraba alrededor de Matías, eso lo tenía claro.–Hola Sabella, no para nada – Respondió Mateo – De hecho, he dejado a Mat
En el cuerpo de Mateo y sobre todo en su mente algo se agitó, revolviendo todo a su paso. Ese algo era que, por el tono de voz de Sabella, supuso que esa persona con a que iba a pasar por Matías y después iban a ir a comer, era alguien del sexo opuesto y no pudo evitar, sentir un dolor agudo en la boca del estómago que lo orilló incluso a detenerse frente a una farmacia, para buscar un medicamento que calmara ese malestar.Apenas lo compró y lo pudo tomar, para que fuera haciendo efecto, pues pensaba que ese malestar lo iba a molestar durante todo el día, subió de vuelta al auto cuando nuevamente recibió una llamada, está vez, se trataba de Aldo, ya casi estaba por llegar y si Aldo le hablaba era por algo urgente.–Señor Presidente, buenos días, gracias a Dios que te encuentro – Lo saludó Aldo con cierta premura – Necesito que vengas con urgencia, para acá. Hay un asunto que requiere de tu presencia.Ahora no estaba para apuros, solo necesitaba que el medicamento hiciera su efecto par
Mateo observaba a todas las personas llegar por sus hijos y sintió que se le detuvo el corazón cuando, en la fila de autos se detuvo un hermoso auto deportivo descapotable de lujo, un modelo único en su tipo y de él descendió un hombre, que a simple vista, se veía más alto que él y muy bien parecido.El hombre le abrió la puerta a Sabella y la tomó de la mano, en ese momento Mateo, quiso morir del dolor que le causó ver esa escena. Su celular, en ese momento quiso sacarlo del trance en que se encontraba, pero Mateo, no quería pensar en nada.–Ahora no – Dijo Mateo a su teléfono y lo puso en silencio – Sea quien sea, no puedo atenderlo.Estaba con centrado en lo que veían sus ojos, no podía despegar la mirada en lo que estaba viendo, no lo podía creer, pero sus ojos no lo engañaban. Un gran peso de angustia se había sembrado en su pecho, ahora si ya no se podía hacer nada, él a punto de casase y Leía con un novio.– ¿Se encuentra bien, señor presidente? – Le preguntó el chofer – Me par
–Claro que sí mi amor, pero no llores, Mateo – Leia lo consolaba – Yo te amo y así me hubieras hecho lo que fuera, yo iba a seguir a tu lado. El amor es bueno y bondadoso y todo lo puede.Ella, iba a hacer uso de todos los argumentos que tenía y que Mateo, quedara convencido de que ella, siempre lo había amado con un corazón puro y que por eso había esperado y seguiría esperando hasta que él hubiera estado listo para casarse.–Sí ya estamos de acuerdo, ¿Podemos poner la boda para en unos diez días? – Le propuso Mateo – No quiero que sea algo tan precipitado, pero no puedo pasar más tiempo sin ti a mi lado. Te juro por lo que quieras Leia, que no te arrepentirás de haberme esperado, de haberte guardado para mí. Valoraré todo en ti y me desviviré por hacerte feliz.Leia, por fin iba a celebrar su triunfo sobre Sabella y sobre todas las mujeres qué en algún momento habían estado interesadas en Mateo y qué bueno que había tomado la decisión de realizarse esa cirugía para darle a su esposo
A Mateo el resto del día se le pasó muy amargamente, ahora sí que, ya su destino estaba escrito, él se iba a casar con Leia y nada ni nadie podría impedir dicha unión. Un amigo suyo de la adolescencia lo llamó, para invitarlo a comer a su casa y él sin pensarlo, aceptó. Además, que, tenía demasiado tiempo sin ver a su amigo, su llamada, le venía en un muy buen momento.–Hola, Mateo, ¿Cómo estás? – La voz de su amigo, sonó fuerte y claro en el interior del auto – Ando aquí en Atenas, me quedaré por una temporada y quiero que vengas a la casa a comer, claro sí no estás muy ocupado.La verdad era que él, quería ocuparse en otra cosa que no fuera el trabajo, estaba teniendo bastante dificultad para concentrase, por eso mejor aceptaba la invitación de su amigo, que tenía mucho tiempo que no veía.–Hola, Teseo, que milagro amigo – Respondió Mateo – Me viene muy bien tu llamada, tengo mucho que contarte.Este sería una oportunidad para desahogarse, de todo lo que lo venía consumiendo por den
Mateo estaba cada vez más sorprendido, de lo minucioso y ordenado que se había vuelto su amigo y no pudo entonces, con su curiosidad y cuando su amigo sirvió la comida y se sentó a la mesa, Mateo, no se contuvo para preguntar a que se debía todo eso.–Teseo, me sorprendes amigo ¿Dónde aprendiste a cocinar así? – Mateo estaba impresionado – Apenas lo he probado, está muy bueno.Teseo, no había estado en contacto con su amigo Mateo, desde hacía bastante tiempo, por lo que iba a ser una historia bastante larga de contar se iba a dar cuenta de la razón de su regreso a Atenas.–Qué bueno que te guste amigo, como te decía, que mi cruz está muy pesada en estos momentos – Teseo comenzaba a contarle – Me he divorciado de mi esposa. Y no pongas esa cara que, hay más. He vuelto a Atenas, para quedarme, pero no he vuelto sólo.Al mirar la cara de su amigo Mateo, se pudo dar cuenta que en verdad le tenía mucho que contar, no solo porque se había divorciado, había otro asunto importante del cual le
Él sabía de los gustos tan refinados y elegantes, que tenía Leia, pues la conocía también como conocía a Mateo pues eran amigos de prácticamente toda la vida, y sabía también que quedarían encantados con ese trabajo exclusivo.–Mira Mateo, todos esos, son los diseños exclusivos – Le explicaba su amigo – Escoge el que más te guste, por ahora están todos disponibles.Mateo, no tenía la necesidad de mirar los diseños, pero por respeto a su amigo, los vería, pues sabía del magnífico trabajo que Teseo realizaba, y la elección que tomara de igual forma sería la acertada.–Gracias Teseo, mientras los voy viendo, te iré contando – Mateo tomó aire – Resulta ser que, aunque me he divorciado. Me he enterado que, soy padre, de un hermoso hijo pequeño, fruto de la noche de bodas que tuve con Sabella y me enteré justamente, cuando la volví a ver, para lo del divorcio.–No lo puedo creer, entonces no entiendo ¿Cómo pudiste divorciarte, amigo? Siempre me decías que, la mujer que fuera la madre de tu
–Salud, amigo mío – Mateo brindaba con su amigo – Estoy feliz, porque tú hija y mi hijo, podrían llevarse muy bien. Debemos ponernos de acuerdo para presentarlos, les encantará divertirse y jugar.Él había visto que Matías, era de muy buen ángel para las amistades, y con Atenea, esperaba que se llevara bien, pues lo más segura, era que estaría viendo muy seguido a su amigo, Teseo.–Claro que sí amigo, tú me dices cuando y nos programamos – Teseo accedió – Como ambos son hijos únicos, les vendrá bien verse, para divertirse y para jugar.Mateo compartió, el resto de la tarde con su amigo y cuando ya estaba cercana la cena, se despidió de Teseo, para irse a casa de Sabella, pues independientemente de lo que había visto esa tarde, él tenía un compromiso con su pequeño, un compromiso que, no iba a fallar y que iba a cumplir al pie de la letra, ir a leerle a su pequeño hijo.Salió de casa de Teseo y condujo despacio hasta la casa de Sabella y cuando llegó, dudó en bajarse o no del vehículo.