Thea se cruzó de brazos y miró a Quincy. “Sé que quieres preguntar sobre las cosas que James mencionó esta tarde, ¿verdad? Déjame aclarártelo de nuevo. No tengo ni idea de lo que estaba hablando. No tengo ni idea, ¿de acuerdo?”.

Después de hablar, Thea se dio la vuelta y se alejó.

“Estás en lo cierto, pero cuanto más actúas así, más sospechosa eres”, murmuró Quincy.

Thea ignoró a Quincy y entró en el ascensor, dirigiéndose directamente al estacionamiento subterráneo. Sacó la llave de su coche y pulsó el botón.

Un coche cercano emitió varios pitidos. Thea se acercó, abrió la puerta y subió al coche. Un anciano ocupaba ya el asiento del copiloto.

Sin embargo, Thea estaba inmersa en sus pensamientos y no lo notó. Cuando lo vio, se estremeció y se dio una palmada en el pecho. “¿Qué está haciendo, Señor Caden? Siempre aparece de la nada. ¿Y por qué no respondiste a la llamada por la tarde?”.

Thomas dijo con una sonrisa: “Sé que James había ido a interrogarte y que debes de estar conf