Scarlett entró en pánico. “Moriré sin tu protección, James”.

Scarlett era una ladrona de tumbas. Ella y sus compañeros robaron la antigua tumba del Príncipe de la Montaña Orquídea.

Innumerables rumores sobre la antigua tumba se estaba extendiendo en el mundo criminal como un reguero de pólvora. En el pasado, ella era la presidenta del Grupo Transgeneracional. Por eso, nadie llamaba a su puerta. Ahora que el Grupo Transgeneracional había caído, la gente de los bajos fondos seguramente iría tras ella.

Moriría si regresaba ahora.

El rostro de James estaba pálido mientras respondía débilmente: “No puedo protegerte tal y como estoy ahora. ¿Qué tal si vas a Cansington y buscas al Rey Blithe? Pídele que te consiga un puesto. Es uno de los Cinco Comandantes, y estoy seguro de que nadie te molestará con él como respaldo”.

Como James ya había ideado un plan para ella, Scarlett no tuvo quejas.

James miró a Quincy y dijo: “Tú también deberías volver a Cansington”.

“No”.

Quincy se rehusó.