Numerosas inscripciones místicas flotaban en el aire ante James. Eran las inscripciones de los Ojos de Dobro.

James se dedicó a estudiarlas. A través de su meticuloso análisis, las inscripciones fragmentadas tomaron forma poco a poco como un texto sin interrupciones. Utilizando el Mantra Primordial, James las deconstruyó, transmutándolas a su forma más rudimentaria y fundamental.

Los días se convirtieron en noches y el tiempo se esfumó. Inmerso en el proceso de cultivación, James perdió toda noción del tiempo. A lo largo de este periodo, su fuerza aumentó sin darse cuenta, y su comprensión de las inscripciones de los Ojos de Dobro se profundizó. Grabó las inscripciones que comprendía en el fondo de sus ojos. Sus pupilas se hicieron más profundas, semejantes a una interminable extensión de cielo estrellado sin horizonte. En los rincones más recónditos de sus pupilas había inscripciones enigmáticas.

En ese momento, la conciencia de James se agitó, las inscripciones en lo más profundo