Bryan entró en cuanto Thea tomó asiento. Con una brillante sonrisa, dijo: “Ha llegado, Señorita Thea”.

Al decir esto, chasqueó los dedos.

Una fila de camareros entró con regalos en la mano.

Había vestidos, collares y bolsos.

“Señorita Thea, me tomé mi tiempo para buscarlos”.

Thea frunció el ceño.

Bryan había sido muy amable con ella cada vez que se encontraban. Ella había rechazado sus regalos muchas veces.

“Señor Grayson, qué amable es usted”. Gladys se puso de pie y aceptó los regalos.

“Mamá, ¿qué estás haciendo? No podemos aceptarlos”, se apresuró a decir Thea.

Gladys dijo con una sonrisa: “No debemos dejar que el esfuerzo del Señor Grayson sea en vano”.

“Efectivamente”, dijo Bryan, “de todas formas no valen mucho”.

“Los aceptaré en nombre de Thea”, dijo Gladys con una brillante sonrisa.

Había aceptado tantos regalos que se le habían cansado los brazos.

Después de presentar los regalos, Bryan se dirigió a la salida.

Pronto se sirvió la comida.

James no se unió a la c