El avance de Cielo sorprendió a la Deidad Omnisciente. En aquel entonces, le llevó un siglo alcanzar finalmente el noveno grado. Mientras tanto, Cielo solo necesitó un par de años para lograrlo. La Esencia de Dragón y la sangre de dragón eran realmente buenas.

Miró a Cielo con una mirada serena y le preguntó: “¿Por qué estás aquí, en el Monte Jade, cuando se supone que deberías estar en Tacriyrus?”.

“Maestro, he venido a desafiarlo”, dijo Cielo con calma.

La Deidad Omnisciente no se sorprendió. Había visto crecer a Cielo.

Cielo era un hombre extremadamente ambicioso y sediento de poder. Quería estar en lo más alto de la pirámide del poder. Mientras tanto, como maestro de Cielo, era un obstáculo insalvable en su camino hacia la grandeza. Para convertirse en el individuo más poderoso del mundo, Cielo tendría que derrotarlo primero.

“Muy bien…”. La Deidad Omnisciente asintió ligeramente al decir: “Ya que insistes, te permitiré desafiarme. La batalla tendrá lugar en el Monte Kirk