Thea estaba indecisa. Al final, como temía la muerte, decidió no consumir la sangre. Así que, ella lo guardó cuidadosamente en otro lugar.

En un abrir y cerrar de ojos, pasaron unos días.

Hoy era el día del torneo.

Había una arena en el castillo en medio del desierto de Nashaxi. En ese momento, el lugar estaba lleno de gente.

El Primer Emperador de Sangre apareció en la arena y miró a la multitud, anunciando: “Todos, la Raza Sangrienta cumplirá su parte del trato. Quien salga victorioso recibirá la sangre de dragón que dejaron nuestros antepasados hace un milenio”.

“No solo eso, sino que también revelaremos el paradero del dragón”.

“La sangre de dragón le permite a uno alcanzar la inmortalidad. Esto es un hecho y no una mentira. La Raza Sangrienta ha atesorado la sangre de dragón durante mil años. Hoy, la ofreceremos al más fuerte de todos. Sin embargo, tengan en cuenta que pueden perder la vida en la arena”.

Tras decir eso, abandonó la arena.

Muchas personas estaban reu