Una vez que se dieran cuenta de sus verdaderas habilidades, cualquier persona, sin importar cuán graves fueran sus heridas, podía volver a la vida.

“Regresaré en unos días. Tengo que volver a casa y echar un vistazo a Thea”.

James estaba preocupado por Thea. Así que, después de que Maxine recuperó la conciencia, se fue.

No tardó en llegar a casa. Al llegar, abrió la puerta de inmediato y entró. Sin embargo, Thea no estaba en la sala de estar.

Él subió las escaleras y abrió la puerta de su habitación. Allí, Thea estaba sentada en posición de loto en la cama. En este momento, exudaba un aura aterradora y sus pupilas estaban completamente rojas. Al ver el estado en el que se encontraba, incluso James no pudo evitar sentir un escalofrío recorriendo su espalda.

“Thea…”,

llamó él.

Solo entonces Thea volvió en sí. Su aura aterradora disminuyó y sus ojos volvieron a la normalidad. Poniéndose de pie, miró a James y le dedicó una brillante sonrisa. “Has vuelto, cariño. ¿Todo salió