“¿Qué pasa si pierdes?”. Simon entrecerró los ojos y miró al oponente enmascarado.

A pesar de todo, todavía mantenía su compostura. También era evidente que consideraba débil al líder de la Secta Celestial.

“Si pierdo, me iré con mis discípulos de inmediato y no volveré a poner un pie en la Secta del Monte Trueno”.

“Me temo que no es un trato justo. Ya que trajiste la lucha hasta nuestro territorio, tendrás que estar preparado para pagar el precio”. El rostro de Simon se oscureció, y su cuerpo dejó salir una energía opresiva.

La energía se dirigió hacia el cielo y se dispersó entre las nubes.

Las nubes del cielo brumoso se dispersaron de inmediato y los rayos del sol descendieron a cántaros.

Los discípulos de la Secta del Monte Trueno y los de la Secta Celestial retrocedieron ante esta impresionante exhibición.

Thea se mantuvo firme en su sitio, y su holgado abrigo ondeó al viento.

“Gran Patriarca, tome mi espada”,

gritó Jackson antes de lanzar la Espada de Escarcha hacia Sim