James era incapaz de aceptar tales cosas.

Vivían en una época de paz en la que todos debían vivir como iguales. Nadie debía ser inferior a los demás.

Se puso de pie, tomó el cigarrillo y se fue. Abrió la puerta del balcón y salió.

De pie en el balcón, miró hacia el lejano paisaje cubierto de nieve.

Al ver que James estaba completamente desinteresado de ellas, no les quedó de otra que vestirse.

“Señor…”.

James estaba sumido en sus pensamientos mientras miraba el paisaje nevado cuando un grito inesperado lo devolvió al presente.

Volvió en sí y miró a las dos mujeres que salían al balcón.

Las gemelas eran idénticas y tenían incluso la misma altura, como si las hubieran sacado del mismo molde. Incluso iban vestidas igual.

James las tranquilizó en voz baja: “No tienen que hacer nada por mí. No se preocupen. Las mantendré a salvo mientras esté aquí”.

“Está bien”.

Las dos asintieron simultáneamente y se inclinaron agradecidas. “Gracias”.

James suspiró aliviado y volvió a entrar e