"¡Jajaja!".

Al notar la conmoción y el enfado de Raquel, Scitalis sonrió malévolamente, sin el más mínimo pánico, sino con una excitación y complacencia inconfesables. "Mi pequeña dama, ¿de verdad creías que te sería leal? Si no actuaba antes, ¿cómo iba a pedirte que me ayudaras a eliminar el hechizo prohibido?".

En cuanto terminó de hablar, Scitalis aceleró y blandió su mano tan rápido como un rayo.

En ese momento, Debra volvió en sí. Al ver la situación, gritó: "¡Ten cuidado!".

Estaba a punto de ayudar, pero era demasiado tarde.

¡Pum!

La palma de la mano golpeó con fuerza la espalda de Raquel. Con un sonido sordo, Raquel escupió una bocanada de sangre y salió volando.

Tras volar unos metros, chocó contra la pared de la cueva y cayó. Se le fue el color de la cara y su aspecto físico se debilitó.

"¡Sinvergüenza!".

Raquel estaba tan enfadada que fulminó con la mirada a Scitalis, intentando ponerse en pie mientras lo hacía. Sin embargo, sintió que los músculos de su corazón esta