"Si no me creen, vengan a comprobarlo", dijo Darryl con seguridad. También había una fuerte aura rodeando su cuerpo.

Sí, Darryl hizo una apuesta. Él sabía que aquellos discípulos no se atrevían a atacarlos. Lo hacían solo porque temían al Príncipe Auten y tenían que hacerlo porque se los habían ordenado. Apostó que solo necesitaba engañarlos y asustarlos para que no se atrevieran a atacarlos a él y a Raquel aunque se atrevieran a intentarlo.

Cuando aquellos discípulos percibieron las fuertes vibraciones de Darryl, se miraron unos a otros. Sus expresiones eran de terror y muchos de ellos tragaron saliva. Se dieron cuenta de que el cuerpo de Darryl no tenía movimiento de aire. Sin embargo, vieron cómo Darryl consiguió atrapar a muchos de sus condiscípulos con el montón de rocas.

Darryl no era un individuo poderoso, pero tenía muchos trucos bajo la manga. ¿Quién sabía lo que Darryl haría si lo presionaban demasiado? Los discípulos no se atrevieron a ir más lejos con ese pensamiento en