Sin embargo, el Archidemonio Antígono no la tomó en serio. “Solo son como un montón de hormigas. Si mueren, mueren. Deberías saber que su existencia es para ayudarnos a revivir la raza demoníaca. No son más que nuestros peones”.

Cuando dijo eso, su rostro era frío y su tono carecía de emoción.

Como un Archidemonio, trataba a todos los seres vivos como si fueran insignificantes. Sentía lo mismo por los miembros del Palacio del Dragón Marino que habían estado trabajando para él todo ese tiempo. Nada era más importante para él que revivir a la raza demoníaca y recuperar su fuerza.

El corazón de Morticia tembló al oír eso. Cuando vio los cadáveres del Palacio del Dragón Marino a su alrededor, se dio cuenta de que el hombre que tenía delante, al que siempre había respetado, se había vuelto extraño.

Aunque los miembros del Palacio del Dragón Marino no eran tan importantes para ella como los demoníacos en su corazón, no podía ser tan fría y despiadada.

Después de todo, ellos murieron par