Qué mujer más loca.

Ante esa escena, Darryl no pudo evitar reflexionar para sus adentros. Esa dama realmente podía contener su dolor, incluso después de haber sido herida tan gravemente.

Darryl se acercó cada vez más, apuntando con su larga espada al pecho de Raquel. “Voy a preguntártelo por última vez. ¿Dónde está la Maestra de Palacio?”.

Mientras hablaba, los ojos de Darryl estaban enrojecidos de rabia y ya no podía contener su ira durante más tiempo.

Raquel miró la espada que la apuntaba en silencio mientras sus exquisitos rasgos no mostraban ninguna emoción. “No me importará aunque me mates. No te vas a salir con la tuya hoy”.

Hace apenas una hora, el Príncipe Auten le había ordenado específicamente que lo atrajera a esta formación en cuanto lo viera.

Raquel estaba completamente bajo control en ese entonces e hizo completamente lo que el Príncipe Auten le pidió. Para ella, no había nada más importante que llevar a cabo las tareas que él le había encomendado, ni siquiera su pr