Cuando Zeke habló, no pudo evitar que se le borrara la sonrisa de la cara. Desde que la raza demoníaca había sido completamente derrotada, ha habido muchos rumores en la Región Divina de que aún quedaban algunos restos de la raza demoníaca. Sin embargo, nunca encontraron algo.

En ese momento, sintió el Poder del Alma Demoníaca en el Archidemonio Antígono. Sabía que era su oportunidad de prestar un servicio meritorio. Confiaba en que si lograba capturar al remanente que tenía delante, Su Majestad le recompensaría en cuanto lo descubriera. Quién sabe, tal vez sus hermanos y él no tendrían que permanecer más tiempo en los Nueve Continentes. Podrían ser convocados a la Región Divina y ser ascendidos.

Zeke solo podía pensar en lo fructífera que sería su recompensa y consideraba al Archidemonio Antígono como el último de la raza demoníaca. No tenía idea de que el Archidemonio Antígono era el líder supremo de la raza demoníaca.

El Archidemonio Antígono se burló de Zeke y le dijo: “Solo ere