Morticia estaba en un estado de caos y sacudió la cabeza instintivamente. “Eso no servirá. El Honorable Archidemonio está en peligro y no puedo volver a la Isla del Rey Dragón...”.

Una expresión ilegible apareció en el rostro de Forsythe mientras respondía: “No podremos ser capaces de hacer mucho si regresamos ahora. La Torre Estrella de los Deseos no solo tiene a los soldados del Vigilante del Cielo, sino también gente de la Montaña de las Flores, el Palacio Vida Eterna y la Secta del Héroe Oculto”.

Mientras hablaba, Forsythe observó la cara de Morticia. No pudo contenerse al ver sus hermosos rasgos y añadió: “No se preocupe, Emperatriz. Pasaré el resto de mi vida a su lado para protegerla...”.

Mientras la última palabra resonaba en el aire, Forsythe sostuvo a Morticia fuertemente mientras acercaba sus labios a los de ella.

El corazón de Forsythe estaba temblando entonces.

Morticia no solo era su Emperatriz, sino también la mujer que más amaba y respetaba.

Forsythe se había sent