En ese momento, Forsythe se burló. "Ambrose, entrégate. Ya que pude usar a Heather para atraerte hasta aquí, tengo suficiente confianza de que puedo capturarte".

Al pronunciar la última palabra, todas las élites desenvainaron sus largos sables y centraron su atención en Ambrose.

"¡Dejen de hablar!". Ambrose no quería hablar con Forsythe. Agitó la mano en el aire, sosteniendo el Martillo del Tirano. Todo su cuerpo estaba cargado con energía para pelear. "No solo voy a salvar a Heather hoy, sino que también vengaré a todos los discípulos de la Puerta del Elíseo que murieron hace tres días".

Ambrose voló por los aires y blandió el Martillo del Tirano para crear un rayo dorado que arrasara a sus oponentes. El rayo dorado brilló como un trueno. Muchas élites vieron un destello de luz en sus ojos y no pudieron evitar el ataque. Salieron despedidos por la enorme fuerza desatada por el rayo dorado y vomitaban sangre mientras caían al suelo sin poder moverse.

Forsythe tenía una expresión te